Año CXXXV
 Nº 49.642
Rosario,
viernes  25 de
octubre de 2002
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Balearon a un comerciante que intentó resistirse a un asalto
El propietario de un autoservicio del barrio La República salvó su vida de milagro

"No estoy muerto por la misericordia de Dios", afirmó Rolando Acosta, un comerciante de 35 años, quien el miércoles a la tarde fue baleado a quemarropa por dos delincuentes que irrumpieron en su negocio. Fueron dos proyectiles que atravesaron la axila izquierda del hombre sin causarle ninguna lesión de gravedad. "Voy a cambiar la fecha de mi cumpleaños porque creo que nací de nuevo", sentenció a varias horas del episodio que lo puso frente a frente con la muerte.
Eso sucedió después de las 18, en el autoservicio Géminis que maneja Acosta junto con su mujer en la esquina de Bolivia y Schweitzer, en el extremo noroeste del barrio La República. En ese momento recién se había ido un cliente y la pareja pasaba el tiempo tomando unos mates detrás del mostrador. De pronto irrumpieron dos asaltantes de entre 18 y 20 años.
Rolando contó a La Capital que los dos jóvenes estaban armados y entraron como llevándose por delante la puerta de calle. "Siempre tomamos la precaución de mantener la puerta cerrada, pero aprovecharon que justo salía un chico y entraron a los gritos", recordó.
A cara descubierta, los maleantes actuaron en forma muy violenta. "La plata o los mato", gritaba insistentemente uno de ellos. Pero la primera reacción del dueño del local no se hizo esperar. "Apenas entraron les tiré con el mate por la cabeza a tal punto que ensucié las paredes del negocio", relató el comerciante, admitiendo que esa primera actitud lo puso en serio riesgo. Pero en realidad estuvo a punto de perder la vida cuando uno de los maleantes intentó abrir de un manotazo la caja registradora.
Acosta volvió a reaccionar rápidamente y con un solo movimiento logró apartar la caja del alcance del ladrón. Eso desencadenó la ira del maleante, que sin ninguna contemplación le disparó a quemarropa dos veces. Como si se tratara de milagro divino, los proyectiles atravesaron la axila izquierda izquierda de Rolando. Tras los estampidos los delincuentes huyeron del lugar. "Se deben haber creído que me habían matado por la forma en que dispararon el arma y por eso salieron corriendo", recordó.
Acosta recibió los disparos frente a su mujer, quien entró en una crisis de nervios al ver a su pareja ensangrentada. Ambos viven allí y tienen su negocio hace dos años, desde que se inauguró un complejo de prolijas y sobrias viviendas construidas por la Municipalidad, en un predio ubicado entre las avenidas Provincias Unidas, Sorrento y Circunvalación.
"Gracias a Dios, nunca pasé por algo tan terrible, espero que no vuelva a suceder", sentenció Rolando Acosta, quien es padre de dos adolescentes de 15 y 12 años. "Nunca tuve problemas de delincuencia con los vecinos", reflexionó el dueño mientras miraba hacia la villa que está justo en diagonal a su negocio. "Además, muchos de ellos son clientes. Los conozco a casi todos. Los que me hicieron esto deben ser de otro lado", agregó.
A pesar del difícil momento que lo tocó vivir a él y a su familia y de los robos que se producen en el barrio casi todos los días, Acosta prefiere no enrejar el frente de su casa y del negocio. "No se puede vivir así, entre rejas, pero admito que mi familia tiene miedo".



"No estoy muerto por la misericordia de Dios", dijo. (Foto: Daniel Carrizo)
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