Año CXXXV
 Nº 49.639
Rosario,
martes  22 de
octubre de 2002
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Conflictos, mediación penal y educación desde y para la paz
"Cada acto violento es un monumento al fracaso humano", dice Galtun. Un juez reflexiona sobre esta idea

Adolfo Prunotto Laborde (*)

La crisis de la postmodernidad ha aumentado las respuestas violentas del hombre para canalizar sus frustraciones y exclusiones. Si a ello le sumamos una sociedad desesperanzada, quebrada moral y económicamente, el futuro se nos presenta aciago.
Pero no debemos perder las esperanzas. El hombre, en esas bipolaridades que lo caracterizan al estilo del Dr. Jeckill y Mr. Hyde, así como ha aumentado las respuestas violentas también ha desarrollado formas de abordar esos conflictos, que tienen como meta el respeto de los derechos humanos, el derecho a un servicio de justicia eficaz y a una educación desde y para la paz.
Nos referimos a dos formas de abordaje del conflicto. Una posterior al mismo, que es la mediación penal, y otra que puede desarrollarse antes o después de ocurrido el conflicto: la educación para la paz.
A esta altura del nuevo siglo la humanidad debe plantearse seriamente una disminución de la violencia, no sólo entre estados, religiones y razas sino fundamentalmente entre individuos, lo que le permitirá alcanzar luego metas más generales.
Entre el 18 al 20 de septiembre se realizó en nuestra ciudad el II Congreso Internacional para la Educación, la Ciencia y la Cultura por la Paz, organizado por el Foro Pro Paz 2002, Ciudades Educadoras Delegación América Latina y la Dirección de Relaciones Internacionales de la Municipalidad de Rosario, entre otros. En una experiencia inédita se realizaron conferencias y talleres a los que asistieron jóvenes de distintas edades y ocupaciones, por ejemplo estudiantes secundarios y universitarios, cadetes de policía y chicos de barrios marginados, que aprendieron a conocerse y compartir experiencias, vivencias y problemas.
También se hizo un curso para magistrados, funcionarios judiciales y oficiales de policía, quienes igualmente pudieron compartir experiencias y aprender otros abordajes a problemáticas comunes.
Nos enseñó allí el profesor noruego Magnus Haavelsrud que "para percibir la horrible condición de la existencia humana se requiere un mínimo absoluto de conciencia e interés, conciencia que parece imposible de eludir". Pero la percepción y la imaginación humanas pueden ir más allá, se puede averiguar por qué tenemos la clase de mundo que tenemos y también qué clase de mundo podríamos y deberíamos tener. Se necesita más imaginación aún para decidir estrategias para el cambio y actuar en consecuencia. En pocas palabras, de esto se trata la educación para la paz: conocer, imaginar, decidir y actuar.
Hay que educar para la paz desde el conflicto. Este es el título del libro del profesor Calo Iglesias Díaz, que publicó Homo Sapiens. Iglesias Díaz recuerda que "la educación para la paz es una educación en valores" y esos valores deben ser "muy sensibles a las dimensiones morales de los contenidos y del proceso de instrucción".
Resulta un poco extraño oír hablar de moral en un momento tan penoso de la historia de nuestro país, pero creemos junto con el mencionado profesor que la ética y la moral que nos enseñaros nuestros padres y abuelos -muchos de ellos inmigrantes españoles o italianos-, ética y moral de trabajo, de honestidad, de esfuerzo, de solidaridad, de respeto, constituyen el único camino posible para que nos desarrollemos como personas en una sociedad sana, respetuosa del estado de derecho y de los derechos humanos. Por eso vamos a insistir en que estas alternativas ingresen a la mente de los jóvenes desde su más tierna infancia, para cortar de una vez o morigerar por lo menos esa espiral de violencia en la que nos vemos inmersos día a día.

Los métodos alternativos
Los métodos alternativos de resolución de conflictos, entre ellos la mediación penal, deben ser enseñados a los jóvenes en las escuelas, en los centros comunitarios, en las facultades, en las escuelas de policía, para que internalicen alternativas no violentas, destinadas a morigerar los conflictos. "La idea de educación para la paz supone una relación de causa-efecto entre situaciones micro, en las cuales los individuos se comunican y actúan entre sí y con el contexto social de la interacción. Dichos procesos de interacción ocurren en los lugares de encuentro de las personas, es decir, dentro o fuera de instituciones tales como escuelas, universidades, iglesias, prisiones, bancos, fábricas, oficinas, familias y grupos de pares".
Esta perspectiva nos permitirá abordar el conflicto desde dos ángulos diferentes, uno luego de ocurrido, otro antes de que ocurra. Por supuesto los resultados no se verán en forma inmediata, pero las políticas que aplica un Estado respetuoso de los derechos humanos son a largo plazo, que a través del convencimiento buscan internalizar en los ciudadanos conceptos de paz, de respeto y de solidaridad.
* Juez de Instrucción Penal de Rosario.



(Ilustración: Héctor Beas)
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