Año CXXXV
 Nº 49.627
Rosario,
viernes  11 de
octubre de 2002
Min 16º
Máx 25º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Editorial
Devaluada cultura del trabajo

La gravedad de la crisis que desde hace largo tiempo azota a la Argentina no se relaciona de manera exclusiva con aspectos económicos, sociales y políticos, sino que sus raíces se hunden profundamente en el terreno de lo moral. Tal como con agudeza lo advirtió la Iglesia Católica en el último de sus documentos públicos, el deterioro de la cultura del trabajo se ha erigido en uno de los principales escollos en el camino de la reconstrucción nacional.
Múltiples son los elementos que concurren para que tan preocupante situación esté ocurriendo en el país. Pero uno de los primeros que saltan a la vista en el marco de cualquier análisis objetivo es el alarmante desarrollo que en la Argentina ha experimentado el clientelismo. La distribución de puestos laborales (las vulgarmente llamadas "chapas") a partir de la decisión arbitraria del cacique político de turno, quien maneja el Estado como si se tratara de un feudo propio, se ha convertido en un tumor que estraga el cuerpo de la sociedad y cuya erradicación -más aún en el marco de la recesión imperante, que no contribuye a crear fuentes de empleo legítimas- resulta en extremo difícil. Claro que esta clase de comportamiento dista de resultar novedosa en la Argentina: sus primeros antecedentes son remotos, y se remontan a los inicios del siglo diecinueve. Pero en una economía que se ha achicado tanto y cuando más que nunca se demandan políticas de austeridad, sus efectos se tornan doblemente dañinos.
En este marco, corresponde urgir a que los jefes de hogar que son beneficiarios de planes sociales cumplan con la contraprestación laboral pautada. La divulgación de que en Rosario sólo 27 mil personas del total de 60 mil que percibe el subsidio concurren a realizar alguna tarea no puede tomarse de modo liviano. La Municipalidad debe acelerar y mejorar los mecanismos de reclutamiento. Porque si bien no resulta cuestionable la perentoriedad con que se implementó la ayuda, no conviene que el Estado practique la caridad, más cuando la ciudad padece tan obvias y numerosas carencias que podrían ser solucionadas mediante una fuerza de trabajo activa.


Diario La Capital todos los derechos reservados