Año CXXXV
 Nº 49.616
Rosario,
domingo  29 de
septiembre de 2002
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¿En qué andan?
Mario Killer jugó en Central, en Newell's y ahora es taxista
"Transpiraba la camiseta. No jugaría bien... pero ponía muchas ganas", admite

Diego Veiga / La Capital

Mario Estanislao Killer fue uno de los pocos futbolistas rosarinos que jugó tanto en Central como en Newell's. Está convencido de que la gente no lo odia por eso y que es querido de igual modo por canallas y leprosos. Y si bien admite que su juego no era lo que podría llamarse vistoso, recalca que "siempre" puso "muchas ganas" en la cancha. No obstante, el apodo de "picapiedras" lo sigue a todas partes. "Le comía las patas a todo el mundo", dice por lo bajo mientras recuerda los memorables duelos con Santiago Cucurucho Santamaría, uno de los delanteros más emblemáticos del equipo del parque Independencia. Hoy tiene 51 años y hace 16 que decidió colgar los botines. Lejos del mundo futbolístico, ahora se gana la vida manejando un taxi. Así, día a día recorre las calles de Rosario al frente de su VW Senda modelo 93. "El tacho me da libertad, si tuviera que estar atrás de un mostrador, me muero", asegura.
El Colorado es un tipo alegre. Entra al bar de Mitre y Catamarca junto al cronista de La Capital y enseguida despliega todo su histrionismo. "Maestro: ¿quién fue el mejor tres de la historia de Central?", le pregunta a un hombre que degusta un café junto a la ventana. "Vos Colorado", responde el parroquiano, y el pecho de Killer se infla como para parar una pelota.
"¡Callate, Colo!, si vos te compraste el taxi cuando te diste cuenta de que era el único modo que tenías para alcanzar al Cucurucho Santamaría", dispara un mozo y desata la risa de todos.
Es que Mario Killer fue uno de los pocos hombres que se puso tanto la camiseta de Central como la de Newell's. Y en el folclore del fútbol rosarino, eso genera grandes amores y odios. "Yo no soy odiado, al contrario, soy querido por los hinchas de los dos cuadros, a pesar de que en el Parque sólo jugué tres meses", asegura.
Pero ese fugaz pasaje por las filas leprosas es algo que no pocos canallas le pueden perdonar. "Cuando jugué el clásico para Newell's, los de Central se acordaron de mi vieja desde todos los rincones del estadio. Encima, con este pelo, era imposible que pasara desapercibido", recuerda.
No obstante, el Colorado se esfuerza por remarcar que la gente le sigue agradeciendo la entrega. "Yo transpiraba la camiseta. No jugaría bien... pero ponía muchas ganas, y eso la gente te lo valora más que tirar un cañito o vivir haciendo sombreros", admite.

Del área al tacho
Mario Killer se retiró del fútbol en 1985. Y aún rememora sus viejos y eternos duelos con Cucurucho Santamaría. "Era un fenómeno. No lo podías dejar parar la pelota porque te dejaba dibujado", asegura.
Alejado de las canchas, el Colorado emigró a España y puso un restaurante. Volvió al país tres años después, se recibió de técnico de fútbol y dirigió varios clubes de la zona.
Dice que a la cancha no va más porque le hacen pagar la entrada. "No puede ser, yo no quiero que me reciban con una alfombra roja, pero por lo menos que reconozcan todo lo que le di a Central", señala con cierto tono de bronca.
Al taxi se subió "hace seis años. Fue cuando me alejé definitivamente del ambiente futbolístico", admite. Sólo allí, al volante de su VW, el tipo se siente libre. "No podría estar atrás de un mostrador, me muero. En cambio en el taxi tengo libertad, eso es lo que más me gusta", asegura, al tiempo que confiesa que mucha gente lo toma de psicólogo.
"Es que en el taxi la gente se confiesa y te cuenta cosas increíbles. Además, hace seis años que paro en la misma esquina y la mayoría de los vecinos ya me conoce", asegura.

Rojo, peronista y de Central
Se confiesa como "hincha de Independiente"; no obstante, admite que su corazón "está en Central". Cuenta que jugó en Newell's porque "era un profesional y en ese tiempo en el Parque buscaban un marcador. Yo estaba por cerrar trato con River y Newell's me ofreció lo mismo. Por eso me vine para acá, quería estar en Rosario", recuerda.
Fue así que se calzó durante tres meses la camiseta rojinegra y no se cansa de reconocer el buen trato que le dieron en esa entidad.
Pero lo cierto es que al Colorado le gusta hablar de Central. Es que formó parte del equipo canalla que salió campeón en el 71 y en el 73, y hasta le tocó probar el amargo sabor de irse al descenso en el 84. "Yo soy patrimonio de Central y me duele que los dirigentes no lo reconozcan", dispara.
Confiesa que su "gran ilusión" es dirigir al plantel canalla, pero se decepciona cuando recuerda que "nunca" lo llamaron ni siquiera para coordinar las inferiores.
A renglón seguido, no se priva de remarcar lo que considera como "la mayor satisfacción" que le dio el fútbol: haberle permitido conocer en persona a Juan Domingo Perón. "Cuando salimos campeones con Central en el 73, el General nos invitó a la Quinta de Olivos junto con todos los deportistas que se habían destacado ese año. Estaban Carlos Reutemann y Carlos Monzón", recuerda. "La experiencia fue grandiosa, es que soy peronista y para mí eso fue muy importante", asegura.
Después hace la enésima broma de la tarde, comparte cargadas con hinchas de Newell's y enfila hacia la parada. Es que ahí, en la esquina de Mitre y Catamarca, el Colorado se gana la vida como taxista. No obstante, no se cansa de repetir: "Fui el mejor tres de la historia de Central".



Le dicen que compró un taxi para alcanzar a Santamaría. (Foto: Néstor Juncos)
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