Año CXXXV
 Nº 49.602
Rosario,
domingo  15 de
septiembre de 2002
Min 8º
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Desarrollo regional
Juan Venesia: "Hay que dejar atrás la lógica del comegatos"
El titular del IDR plantea los ejes para recrear la identidad productiva de Rosario y la región

Con las credenciales de haber montado una fundación, un master en la especialidad, página web y numerosas publicaciones, Juan Venesia se convirtió en una de las personas autorizadas en Rosario para hablar de desarrollo regional. El titular del Instituto de Desarrollo Regional (IDR) dejó a un costado la política partidaria para meterse de lleno en el terreno entre lo público y lo privado y desarrollar estrategias que permitan pensar a esta región de cara al futuro. La presentación de la publicación "Anuario 2002: desarrollo y región", editado por el IDR, fue la excusa para mantener este diálogo con La Capital en el cual se abordan estos temas.
-¿En medio de esta crisis qué sentido tiene hablar hoy de desarrollo regional?
-Por más dramática que sea toda crisis se puede ver como clave de oportunidad. Rosario y su hinterland: sur de Santa Fe, sur de Córdoba, y norte de Buenos Aires, puede constituirse hoy en el enclave del desarrollo productivo y estratégico del país. Hace falta que el país tenga un plan monetario y algunas cuestiones macroeconómicas resueltas, pero también es fundamental la recreación de instituciones que tengan que ver con el desarrollo, recuperar la lógica de un fuerte compromiso con todo lo productivo y en la reconversión de recursos humanos, en particular la educación terciaria, y en ese marco generar capacidades para entenderse con los encadenamientos productivos.
-A mediados de los 90 se hablaba del "gran despegue rosarino". ¿Qué quedó en pie de aquello?
-El impulso de las grandes obras de infraestructura alimentaba la lógica de apuntar a convertirnos en un centro de transporte, logístico y de servicios. Hoy la depreciación en términos económicos y sociales nos acercó más a ser una ciudad tipo conurbano bonaerense, a perder la identidad productiva y laboral que siempre caracterizó a los rosarinos. Reconstituir el entramado tiene que ver con que nos volvamos a convertir en esa lógica del trabajo, del cordón industrial, para poder salir de la actual lógica de recesión y estancamiento en que permanentemente nos ponemos. Ni estaba tan cercana la oportunidad a mediados de los 90 ni estamos hoy en el fondo del estanque.
-La cuestión de la identidad surge como un factor clave. ¿Tenemos en claro qué somos o qué queremos ser?
-No hemos podido configurarla. Sí lo han hecho localidades más chicas, como es el caso de Rafaela o el área de la cuenca sojera y no es fácil. Pero primero tendríamos que proponer a Rosario como el motor de esas áreas. Conformar una red productiva ligada a todo el sector agropecuario pero que a la vez apunte a sumar valor agregado, para lo cual resulta decisivo el rol de los recursos humanos. Nuestra identidad también pasa por romper con la lógica de la ciudad de comegatos y faenamiento salvaje de vacas en las rutas para convertirnos en un área de lógicas productivas, de servicios en lo educativo.
-¿El tema está en la agenda de políticos, instituciones y empresarios?
-Nunca hubo una agenda común y los decisores políticos e institucionales están permanentemente sometidos por las lógicas de la coyuntura, ese es un gran déficit. Hay que entender que más allá de la magnitud de la crisis que haya que afrontar, los pueblos que encontraron una salida siempre lo hicieron a partir de su claridad para plantear su inserción en el mundo en términos estratégicos y económicos.
-Acaban de editar el "Anuario 2002: Hacia donde vamos". Valga la redundancia, ¿hacia dónde vamos?
-Si lo vemos coyunturalmente no a vamos a poder salir de la visión pequeña del enfrentamiento permanente entre los argentinos. El hacia dónde vamos tiene que ver con salir de las lógicas de pensar en pequeño, porque eso nos vuelve más pequeños, y pensar en qué tipo de sociedad tenemos que construir. Por más crisis que tengamos, el rol de los intelectuales y de los centros académicos pasa por definir las posibilidades que tenemos más allá de las debilidades. El planteo central es definir con claridad con qué territorio uno tiene que trabajar, desde dónde lo tiene que desarrollar y con qué recursos humanos. Esto implica convocar a un espectro amplio y abierto de profesionales de la región, universidades públicas y privadas, decisores económicos y políticos, para buscar puntos en común que nos permitan construir a partir de los consensos sobre las oportunidades y fortalezas.
-¿Hay mucha gente en esa búsqueda?
-Esa es una fortaleza que tenemos. Hay un sinnúmero de instituciones, centros académicos, grupos y foros que surgen dentro de la sociedad. El desafío es convertir todo ese entramado en una red que se movilice.
-Pero cada uno trabaja por su cuenta.
-Ahí aparece el rol de los decisores institucionales y políticos. Tienen que ser gestores para transformar esa base en energía, en un área común de debate. No se trata de una discusión bizantina, hay que ponerse de acuerdo en torno a cinco o seis puntos esenciales y trabajar fuertemente en eso, en las estrategias que hacen falta para resolver las cuestiones de infraestructura, desde obra pública hasta temas financieros y de coyuntura.


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