Año CXXXV
 Nº 49.602
Rosario,
domingo  15 de
septiembre de 2002
Min 8º
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Entrevista. Hace autocrítica de sus días en el gobierno nacional
Carlos Grosso, confesiones desde un rancho carcelario
El fugaz funcionario de Rodríguez Saá se arrepiente de "aquella frase desdichada" y sigue apostando al puntano

Omar Bravo / La Capital

El mismo día que habló con La Capital en el patio del escuadrón de Gendarmería donde está detenido desde fines de abril, por la noche, en una librería del centro de Buenos Aires, se presentaba un libro que lo tiene como actor central ("El juego del ahorcado, la victimación mediática", del periodista y docente universitario Tato Contissa). En el patio de su prisión del barrio de Retiro, Carlos Grosso no quiere repasar tanto sus penurias iniciadas en 1991, cuando intentó "peronizar" el discurso del naciente menemismo, sino recordar apenas sus años de docente universitario en Rosario, pero sobre todo hablar de la política doméstica, su gran pasión.
"Tengo muchas visitas de todos los grupos, gente que está con De la Sota, que está con Menem y muchos otros que están con Rodríguez Saá. La mayoría de mis amigos lo apoyan y yo tengo una posición favorable a Rodríguez Saá". Su favoritismo ni siquiera se rompió cuando el propio Adolfo admitió "su error" de haber designado a Grosso en su breve gobierno de fines del año pasado. El puntano creyó que, concediendo ese fallido, la prensa porteña dejaría de demonizarlo, pero el gesto tuvo efecto paradojal: cada vez que un periodista de Buenos Aires lo entrevista termina preguntándole por Grosso. Sin embargo, Grosso dice: "Yo lo apoyo desde mi libertad". La frase parece no tener sentido, pronunciada desde el lugar donde se encuentra. "Mejor dicho, él no puede quitarme la libertad de apoyarlo porque creo que, entre toda la oferta electoral, Rodríguez Saá es el mejor candidato", completa.
El ex intendente carga con lo suyo y recuerda cuando dijo que Rodríguez Saá no lo eligió por su "prontuario" sino por su inteligencia. "En vez de utilizar aquella frase desdichada debí haberme presentado como alguien que simplemente agradecía tener otra oportunidad", señala, autocrítico. "Pero, eso sí, yo creo que a esta altura está más que claro que no fui ni causal ni el elemento determinante de la caída de Rodríguez Saá".
En prisión, junto a un equipo de colaboradores produce boletines informativos mensuales sobre la situación local e internacional que distribuye por Internet. También escribe sobre temas sociales y culturales y protagoniza polémicas con cibernautas sobre artículos que llevan su sello de intelectual del peronismo, condición anterior a sus roles de dirigente y líder de la renovación partidaria de los 80.

Set point para Rodríguez Saá
Una veta de su prosa que atrae especialmente a dirigentes, militantes, muchos periodistas y hasta estudiantes universitarios que reciben sus correos electrónicos, es la humorística. Recientemente hizo circular su propia visión de la interna peronista caracterizando a sus principales actores en... las top ten del circuito femenino de tenis. Allí sentencia que "la gran final de Wimbledon la disputarán los negros", donde Rodríguez Saá asumiría el rol de Serena Williams y Carlos Menem el de su hermana Venus. Detrás llegaban los atletas blancos: cierta frialdad y distancia convertían a Carlos Reutemann en la suiza Martina Hingis, la tendencia a la obesidad de Elisa Carrió en Jennifer Capriatti y la juventud y cierto modernismo de Mauricio Macri en Annita Kournikova. Tal vez el menos favorecido fue De la Sota, caracterizado como Mónica Seles, una campeona camino al ocaso. "¿Viste? El resultado del abierto del US Open me da la razón: volvió a ganar Serena". Después de reirse, explica: "Hago esto para ponerle algo de alegría al triste rancho carcelario".
Entre sus pronósticos también está su seguridad de que la interna del PJ no se hará nunca. "No eran una necesidad del pueblo ni de los candidatos. Sólo era una necesidad del duhaldismo, que era el único que tenía un aparato para hacer valer en una interna". Su explicación consigna que ninguno de los precandidatos peronistas posee grandes aparatos sino que son ellos mismos, acompañados por grupos pequeños que trabajan mediáticamente y esperan el aluvión de la gente en la general. "Por lo tanto no le interesa la interna, les resulta un gasto, un esfuerzo". Describe que ahora a Duhalde la interna se le ha transformado en un bumerán: su primer candidato (Reutemann) decidió no participar, su muletto (De la Sota) se mancó antes de largar y, si Kirchner y Rodríguez Saá no participan, la interna entonces la ganaría Menem. De ocurrir esto, sostiene, Duhalde podría optar por anular la interna, llamar a generales en diciembre y entregar el poder en enero. "Esto le haría bien a la Argentina, le haría bien al peronismo y le haría bien al propio Duhalde", concluye.

El tablero que se viene
"Desde junio yo vengo diciendo que no hay interna y que la final es Rodríguez Saá-Menem, simplemente por la voluntad política", sin descartar incluso un proceso de síntesis, donde Menem se asocie con De la Sota y Rodríguez Saá con Kirchner. "Tendríamos una fórmula a la centroderecha y otra a la centroizquierda. López Murphy, Terragno, Carrió y Zamora competirán para ver quien es el jefe de la oposición".
Más preciso aún, cree que Rodríguez Saá ganará en las diez ciudades más grandes de la Argentina y Menem en resto del país. "Desempatará la zona metropolitana a favor de Rodríguez Saá", dice Grosso. Después explica su decisión de retirar una garantía patrimonial que le aseguraba permanecer en la libertad. "Yo quería terminar con este vía crucis jurídico que lleva diez años, sin probanzas, con una Cámara que ha tenido una actitud muy contumaz conmigo como para haber rechazado cinco pedidos de sobreseimientos. Eso es ausencia de justicia. Entonces yo dije: «Quiero ir preso, para incentivar a la Justicia a que decida y termine con mi caso». Después de una década y casi cuarenta sobreseimientos, aún le quedan tres causas. Una está en proceso de prescripción y las otras dos basadas en la figura de asociación ilícita, donde la Corte Suprema ya produjo jurisprudencia al rechazarla.



"La final de Wimbledon la jugarán los negros", ironizó. (Foto: Julio Menajovski)
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