Año CXXXV
 Nº 49.602
Rosario,
domingo  15 de
septiembre de 2002
Min 8º
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Chaco: El fogón de los arrieros
En la ciudad de Resistencia abrió sus puertas una casona donde se mezclan el arte y la vida cotidiana

El Fogón de los Arrieros, llamado templo de la amistad, institución cultural, museo y club, es en realidad todo ello pero también nada menos que un estilo de vida, una manera de ser. El fogón ocupa una casona de dos plantas en Brown 350 de la ciudad de Resistencia, la capital de Chaco, y posee una enorme pinacoteca, una biblioteca de libros de arte que llegó a ser la más importante del país y muchísimas tallas y esculturas. Paradógicamente surgió como iniciativa de dos rosarinos.
Allí hay obras de artistas famosos que se codean con objetos insólitos, como la gallina de los huevos de oro, que en realidad es una bataraza embalsamada empollando huevos plateados. Nadie sabe quién la trajo, pero sí que alude a una frase de Aldo Boglietti que decía que sólo con ella podía mantener el fogón.
También hay un par de medias del músico Ariel Ramírez, del tiempo en que aún no era un músico famoso, y una de las hélices que perteneció al avión del piloto francés Jean Mermoz.
En la vereda está la estatua y la placa que recuerda a "Fernando", el perrito callejero que llegaba al fogón cuando escuchaba música, y que muchas veces se iba en medio de algún espectáculo, como demostrando su desinterés. Muy querido por los chaqueños, la estatua del animalito mantiene vivas sus andanzas.

Pioneros rosarinos
La historia del Fogón de los Arrieros comenzó ya avanzada la década del •30, cuando desde Rosario llegaron a Resistencia los hermanos Aldo y Efraín Boglietti, y muy rápido su casa fue lugar de reunión de amigos, y de amigos de los amigos, donde las charlas eran siempre amenas y sin tiempo.
Cuando Efraín se casó y Aldo se quedó solo, llegó, supuestamente de paso, el poeta y tallista rosarino Juan de Dios Mena, un gaucho de espíritu hospitalario que recibía al viajero con esta frase: "desensille, haga noche pero no se aquerencie".
Y es entonces, en 1943, cuando nace el Fogón de los Arrieros, que se convierte en taller para los artistas, en escenario para los actores y en tribuna para los disertantes.
El nombre que eligen es de profunda raíz castiza; fogón, por el fuego que cocina los alimentos y protege del frío, y arrieros por los gauchos nómades que guían el ganado bajo las estrellas.
En su fachada colocaron el mural "La amistad", de Julio Vanzo, y junto a la puerta estos versos: "Si has de agregar una sonrisa al vino/ y a la sal que te ofrece nuestra casa/ detén pasajero tu camino/ abre la puerta sin llamar y pasa".
La alquimia entre los dos hombres fue inmediata. Mena, un intuitivo, fue el retratista de los personajes populares de su tierra. Sus tallas son toscas, humorísticas, exageradas en sus deformaciones y su pobreza, cercanas por la humanidad de sus gestos y realistas por la vitalidad de lo cotidiano.
En toda su obra lo acompañó la madera del curupí, árbol desechado por su blandura pero dócil para recibir las formas que surgían de las manos del artista, quién completó sus primeras tallas con telas y pelos que pegaba a la madera. Y en sus últimas creaciones llegó a la genuina dimensión de la originalidad, con sus cristos esquemáticos y de trágica hondura.
Desde el Fogón de los Arrieros, desde esa camaradería rural del mate y la caña, de las ideas y el debate, surgió la iniciativa de llevar el arte a las calles. Resistencia es hoy la ciudad de las estatuas -en sus calles y plazas hay más de 300- y la comunidad aún aguarda que la Unesco cumpla su promesa de declararla Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Es una ciudad museo única en el mundo, donde el arte está al alcance de la mano, como el mural "Empuje", obra en mosaicos de Emilio Pettoruti, que está en la fachada de la Casa de Gobierno.
Y desde hace unos cinco años se instaló el Paseo de las Esculturas, en la avenida Sarmiento y Rivadavia, otro museo a cielo abierto donde están las obras que participaron de los muchos concursos que se realizan en la provincia.
También en aquellos primeros tiempos nació "La orden de la llave", que se otorgaba a personas muy especiales para que entraran cuando quisieran a ese santuario del arte. Una de esas llaves fue para el ya legendario conjunto Los Chalchaleros.
En estos días el directorio del Fogón ésta eligiendo nuevo presidente, trás la muerte, ocurrida este año, de Hilda Torres Varela, la mujer de Aldo Boglietti.
El lugar se puede visitar todos los días, de 8 a 12, y de 21.30 a 23 cuando hay actividades programadas, como los Jueves de Tango, una cita ya impuesta con el dos por cuatro y empanadas. La entrada al museo cuesta 2 pesos, y si los visitantes son más de diez hay que pedir una visita guiada al teléfono 03722-426418.
Y entre tantas manifestaciones de arte y de vida, en el Fogón de los Arrieros campea el espíritu de aquellos dos rosarinos que amaron profundamente la tierra chaqueña. (Télam)


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