Año CXXXV
 Nº 49.593
Rosario,
viernes  06 de
septiembre de 2002
Min 2º
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cartas
Ordenanza sobre ruedas

Observo pasar una bicicleta, y veo a un obrero hacia su trabajo o a un pobre recolectando algo de esperanza. ¿Cómo se le puede exigir a un obrero comprarse casco, a poner timbre, retrovisor, patente, si quizás no tenga para comer? La manera correcta sería educar desde los colegios, enseñar las normas de tránsito y a respetarlas; y no implantar modelos que no son viables en una sociedad donde no tiene recursos. Se disminuirían los accidentes, los robos de bicicletas, los asaltos en alguna esquina o tal vez aumentarían los robos de timbres, cascos, retrovisores y hasta la recaudación de aquellos que se benefician pidiendo dádivas para evitar las multas. En sí, es un negocio redondo, pero ¿para quién? ¿Quiénes se favorecen en mayor medida? ¿El obrero, o quién? ¿Se construyen nuevas ciclovías o tan sólo se crean reglas? Si nuestros concejales fueran más lúcidos crearían mejores ordenanzas, ¿o será que nos merecemos lo que tenemos? Preferiría tener a la mitad de representantes en el Palacio Vasallo, ya que ideas tan brillantes sin observar las consecuencias las puede generar cualquier niño que aún ni siquiera ha llegado a su adolescencia y nos ahorraríamos importantes recursos para gastar más equitativamente. La bicicleta siempre fue un medio económico por excelencia, ¿o será que ahora es un medio de lujo?
José Luis Brindisi


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