Año CXXXV
 Nº 49.593
Rosario,
viernes  06 de
septiembre de 2002
Min 2º
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Editorial
Trasplantes: el valor de la vida

La crisis argentina, se sabe, no respetó límites. Derechos individuales y colectivos, normas elementales y presupuestos básicos fueron violados, conculcados, avasallados o sencillamente ignorados en estos últimos tiempos, y ahora la situación busca caminos que transitar en la compleja búsqueda de un nuevo orden. Sin embargo, hasta el derecho al trabajo y a la libre disposición de los ahorros -ambos tan vapuleados en estos duros meses- parecen quedar relativizados cuando el que se encuentra en juego es el valor humano fundamental: el derecho a la vida. Las recientes declaraciones realizadas por el titular del Centro Unico de Ablación e Implante de Organos (Cudaio), quien anunció que en poco tiempo más "sólo se va a implantar a los pacientes que dispongan de grandes recursos", erizaron la piel de los lectores de La Capital. Y sin dudas, la reacción se justifica.
Los datos sustentan las crudas afirmaciones del director provincial del organismo especializado, Carlos López Candioti. A las razones de obvia índole monetaria -"el Pami ya no paga nada", aseveró el funcionario- se les debe agregar el hecho de que la mayoría de los operativos se suspende y el número de ablaciones disminuye de manera drástica. En los primeros siete meses de este año el Cudaio apenas logró concretar 35 procedimientos, mientras debió suspender 146 por motivos diversos, que incluyen desde elementos de carácter legal hasta la esperanza de los allegados de que se produzca una recuperación imposible. Simultáneamente se registra una caída notoria de la cantidad de órganos ablacionados en Rosario en relación con los de la capital de la provincia, por motivos que nadie atina a explicar.
Mientras, la contrapartida de esta preocupante realidad fue la rápida respuesta solidaria que se produjo en el caso de Emilio Trono, el bebé de nueve meses que necesitaba con urgencia un trasplante de hígado para salvar su vida amenazada después de haber sufrido una cirrosis. Se trata, en este caso, de una situación cuyo valor ejemplificador está fuera de duda. La problemática que subyace al delicado asunto de los trasplantes no sólo comenzará a resolverse cuando el desfalleciente Estado proporcione las respuestas necesarias sino cuando la toma de conciencia colectiva desemboque en el auge de la solidaridad.


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