No hacía falta que aclarara que había "vuelto a nacer", se notaba. Luis Luppi tiene 61 años, hace 18 días recibió un trasplante de hígado y, según sus familiares, "es ahora otra persona, rejuveneció 10 años". El hombre, que fue dado de alta ayer por los médicos del Instituto Cardiovascular de Rosario (ICR), es consciente de que "hoy en día, cuando la salud atraviesa semejante crisis, es un privilegio que la obra social haya cubierto la operación". No conocerá al donante, pero le está "eternamente agradecido" y dice que ojalá "toda la gente se sacara los miedos y se inscribiera en la lista de donantes".
Hacía un año que Luis estaba en lista de espera para recibir un hígado, pero el pasado 13 de agosto tuvieron que solicitar el órgano con urgencia porque corría riesgo de muerte. "Tenía una sirrosis criptogenética, y serios problemas pulmonares debido a su enfermedad", detalló el cirujano del ICR a cargo de la operación, Jorge Ciribe.
Raquel Chanampa, esposa de Luis desde hace 41 años, fue más gráfica: "Ya no tenía fuerzas, se agitaba de sólo caminar, no podía hacer casi nada", recordó.
La primera vez que los médicos le hablaron a Luis de trasplante "fue shockeante. Más allá de que nunca había pasado por una cirugía grande, creo que en realidad lo que más me aterraba era la palabra". Su hijo menor, de 25 años, fue el primero que se ofreció como donante, pero recibió la negativa tanto de Luis como de la médica Fernanda Zingalle, otra de las profesionales intervinientes en la compleja operación. "Ni loco lo aceptaba, desde el principio dije que no a la propuesta", confesó el padre.
Ya antes de que Luis supiera que necesitaba un trasplante para seguir viviendo, había expresado su voluntad de donar. "Nunca tuve miedo a eso que dicen que te matan para sacarte los órganos, y creo que la gente debe concientizarse sobre este tema", opinó el hombre. Sin embargo, su esposa no pensaba lo mismo: "Yo no era donante, me anoté ahora porque mi marido se salvó gracias a la solidaridad", contó.
Luis siente que es un privilegiado y no sabe de qué manera agradecer: "Que la obra social Osecac (de los empleados de comercio) me haya bancado semejante operación en estos tiempos de crisis es impresionante. Ojalá toda la gente que lo necesita tuviera la misma suerte y esta oportunidad que tuve yo", agregó el hombre.
Tanto él como su esposa Raquel son muy creyentes. "Me dicen que soy otra persona, nunca pensé que a los 61 años iba a nacer de nuevo. Y esto fue gracias a Dios, a él le debo la vida", expresó.
La mayoría de la gente que pasó por situaciones límite dice que, de alguna manera, volvió a nacer. Este también es el caso de Luis: "Se valora más la vida, te lleva a replantear las cosas y a decir «cuánto tiempo que perdí en pavadas» aseguró el hombre.
Se lo ve activo, feliz y con ganas de hacer "miles de cosas. Es más, ya ni me acuerdo de todo lo que pensé hacer una vez que salga de acá", contó el hombre. Dice que no ve la hora de salir a caminar y de estar en su casa. Y si no tuviera que respetar ciertos cuidados, viajaría a Córdoba. Pero, consciente de sus limitaciones, aclaró: "De a poco".
Si bien Luis le está eternamente agradecido a quien permitió que pudiera seguir viviendo, no quiere conocer a la familia del donante. "Obviamente ellos no lo viven como nosotros", aseguró.
A manera de agradecimiento, el hombre se encargará de instar a la gente a donar: "Vaya donde vaya siempre voy a hablar del tema. Las personas tienen que sacarse los miedos que giran en torno a la donación porque lo que se dice es pura pavada", dijo antes de abandonar el ICR.
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La Ciudad
