Año CXXXV
 Nº 49.556
Rosario,
miércoles  31 de
julio de 2002
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Golpe armado de ladrones experimentados en la firma Vicente Zacchino SA
Destreza y buenos modales, atributos eficaces para desvalijar una empresa
"Sólo queremos plata", le dijeron a una encargada. Sustrajeron 7 mil pesos. La mayoría del personal no se enteró

Cuatro delincuentes asaltaron las oficinas administrativas de una empresa dedicada a la venta de materiales para bobinados de motores en el barrio de Pichincha, donde en poco minutos controlaron a ocho personas y se apoderaron de siete mil pesos que estaban guardados en una caja fuerte. Fue un golpe fugaz concretado por una banda que demostró profesionalismo, ya que una gran parte del personal que trabajaba en otro sector del predio recién se enteró de lo que había sucedido cuando los ladrones se retiraron. No hubo golpes, ni intimidaciones.
El atraco tipo express se produjo minutos después de las 8.30, en las instalaciones de la firma Vicente Zacchino SA, de Vera Mujica entre Brown y Jujuy. A esa hora, la empresa ya estaba en pleno funcionamiento con todo su personal en sus puestos. El sector al cual arribaron los ladrones es la administración y está ubicado sobre el frente del predio. Detrás de allí están las oficinas de ventas, en donde todo el mundo trabajaba normalmente cuando se produjo el asalto. Al lado de esos dos sectores se encuentra un portón para el ingreso de camiones y montacargas que prácticamente desemboca en el corazón la manzana, donde hay un depósito y se fabrica papel aislante.
Si bien a media mañana ese sector de calle Vera Mujica presenta movimiento por la llegada y salida de camiones, proveedores y clientes, la irrupción de la banda no llamó la atención de nadie en el exterior. Sucede que a esa hora, 30 minutos después de que los empleados marcaran tarjeta de ingreso, el movimiento en el vecindario es casi nulo. Además, Zacchino está ubicada casi a mitad de cuadra entre el salón de fiesta La Mansión del Rey y la cantina El Rincón. Por lo tanto no hay casas de familia que linden con su predio.
Tampoco hay vecinos enfrente, donde el paredón trasero de una empresa de transporte cubre casi toda la vereda de numeración impar. Además, las ventanas de la administración que dan hacia la calle tienen cristales oscuros que hace muy difícil visualizar algo desde afuera hacia adentro, especialmente en días muy soleados.
Los delincuentes, que cubrían sus rostros con gorras y cuelleras, aprovecharon la llegada de un muchacho encargado del depósito. Según contó a La Capital Adriana Castillejo, encargada de ventas de la empresa, al "empleado lo interceptaron de espalda y le apoyaron un revólver para obligarlo a entrar". La mujer contó que los delincuentes se introdujeron en las oficinas con el trabajador encañonado. "Enseguida nos juntaron a todos detrás de un mostrador y nos hicieron tirar al piso", agregó.
Un dato que llamó la atención de Adriana fue que los hampones se comportaron siempre con toda corrección. No hubo amenazas de muerte, ni golpes. "Nos decían a cada rato que querían la plata, que no nos harían daño", aseguró la mujer que recién después de un par de horas había recuperado algo de calma.
Cuando aparecieron los asaltantes, Adriana estaba en su escritorio y en eso vio que un hombre armado se acercaba hacia ella no pudo evitar sentir miedo por el peor desenlace. "Cuando el tipo me tomó del brazo, aclaro que lo hizo sin ejercer violencia, le pedí por favor que no me matara porque tengo tres hijos. Y enseguida respondió: «quédese tranquila, sólo queremos el dinero»".
Los cuatro delincuentes, según contaron las víctimas a la policía, esgrimían pistolas y revólveres de calibre grande. La secuencia del atraco continuó con los ocho empleados de la administración tirados boca abajo detrás de un mostrador. Aunque no ejercieron violencia, los maleantes preguntaron en tono firme una y otra vez dónde estaba el dinero. Como al parecer sabían que Adriana ocupaba un cargo importante dirigieron sus miradas hacia ella y entonces la mujer, para evitar un mal mayor, le pidió a uno de sus compañeros que abriera la caja de seguridad.
El dinero sustraído, según fuentes policiales, llegó a los 7 mil pesos. Los empleados quedaron boca abajo mientras la banda salía a la calle sin llamar la atención de nadie. Sólo cuando escucharon el motor de un coche que salía al máximo de su potencia respiraron aliviados porque el peligro había pasado.



Además de la cortesía, los ladrones tenían 4 armas. (Foto: Gustavo de los Ríos)
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