Año CXXXV
 Nº 49.537
Rosario,
sábado  13 de
julio de 2002
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¿El sector agropecuario tocó fondo?
En medio de la crisis, surgen señales alentadoras en el mediano y largo plazos. El cambio de gobierno

Susana Merlo

Jaqueados por las restricciones operativas, la inseguridad creciente (física y jurídica), y por el desorden generalizado que, lamentablemente, hoy caracteriza a la Argentina, los hombres del campo sienten que cada vez son más negros los nubarrones que oscurecen el panorama de sus empresas. Para muchos, lo que está en juego no es ya el "crecimiento", sino directamente la subsistencia.
La foto, descarnada, indudablemente es así. No hay elementos concretos para sentir, o pensar, algo distinto. Por otra parte, parafraseando la dura ironía de la Ley de Murphy, ese ecléctico "filósofo" de la modernidad, "si algo puede empeorar..., empeora". Siempre hay algún margen para que las cosas retrocedan más aún.
Sin embargo, ¿es lógico pensar esto?. Tomando el conjunto del país, daría la impresión que ya no hay espacio para insistir en ciertas recetas que, reiteradamente, han mostrado su fracaso. El clima social no parece soportar tensiones extra. Ya pasó el tiempo de la "prueba y error". Ahora ya se conocen los resultados del "default" y lo que representa "quedarse fuera del mundo".
En el caso específico del campo, si bien la "foto" de hoy es mala, casi pesimista, hay varios elementos que vale la pena considerar. Por un lado, aunque con muchos "golpeados", el aparato productivo está prácticamente intacto.
Nadie duda, por ejemplo, que bastarían los más mínimos cambios normativos y generar cierta expectativa favorable, aunque sea a futuro (no demasiado alejado), como para que el campo vuelva otra vez a la carga y con resultados que, históricamente, resultaron fuertemente positivos para el conjunto del país.
Por otra parte, no son pocos los que comienzan a considerar que ya se ingresó en el tiempo de descuento para el cambio de gobierno. En ese momento, es evidente que deberá producirse también una serie de fuertes cambios en materia de política económica y de sus normativas.
Por ejemplo, no sería demasiado arriesgado considerar que, para los primeros meses del año próximo, cuando asuma el nuevo Ejecutivo, podría darse una reducción de las retenciones que pesan sobre los productos agropecuarios o, directamente, su eliminación.
Si fuera así, es evidente que cuanto más producción se tenga mejores serán los números de la empresa rural.
Igualmente pasa con la hacienda. Además, en este caso, se prevé para fines de enero la reapertura del mercado estadounidense lo que, a su vez, generaría una actitud similar de otras plazas, tanto norteamericanas como asiáticas, muy influidas por el accionar de los EEUU lo que, seguramente, también redundará en precios internacionales más afianzados para este producto. Así en la mayoría de los rubros.

El largo plazo
Es obvio que, a la luz de lo que hoy ocurre, proyectar a 6 ó 10 meses, parece de ciencia ficción y también conlleva un porcentaje de riesgo pues, si bien estas son las previsiones, es lógico que hasta que no se materialicen, siempre hay un porcentaje de incertidumbre.
Pero si hay un sector acostumbrado al riesgo (comenzando por el climático), y siempre dispuesto a la apuesta en positivo, sin duda ese es el campo y, esta vez no tiene por qué ser distinta a las anteriores. El sector está entero y con ganas de salir adelante y crecer. El país necesita, además, que así sea. Sólo falta un poco de sentido común y otro tanto de responsabilidad en el ejercicio de la función pública, para que comience a recrearse la confianza y muchas cosas se destraben.



En el campo siguen las tareas, pero con incertidumbre.
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