Año CXXXV
 Nº 49.533
Rosario,
lunes  08 de
julio de 2002
Min -2º
Máx 8º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Por adentro. El impacto de la crisis más allá de los bulevares
Las ventas en los barrios cayeron un 50% y muchos negocios tradicionales cerraron
Los centros comerciales renovaron los rubros. Son el pulso de cada zona. Pero tienen menos clientes

Sergio Roulier / La Capital

Los centros comerciales son un termómetro de la crisis en los barrios. Sus ventas cayeron a la mitad y los negocios más grandes y tradicionales cerraron. Claro que algunos se renovaron y cambiaron el rubro, y ahora hay más servicios. La inseguridad es el gran problema y la renovada infraestructura urbana les llegó sólo a algunos. Los clientes son del barrio, aunque la fidelidad no es la de antes, y viene gente de otros sectores. Sintieron el impacto de los grandes supermercados y, no hay mal que por bien no venga, la paralización de inversiones (como la Jumbo o la del Scalabrini Ortiz) les dio un respiro.
Las avenidas San Martín, Mendoza y Alberdi conservan su carácter neurálgico y en sus distintos tramos han formado la identidad de los barrios que atraviesan. Son núcleos comerciales que se distinguen del centro y adquieren un ritmo propio. Y es una característica de sus calles ver ofertas de limones, medias, motos y juguetes, entre otras cosas, en las veredas.
Hoy los atrapó la crisis. Si bien ha crecido el número de negocios y los centros se han ampliado, los comercios duran menos tiempo en pie y son más chicos que antes.
Los comerciantes de los barrios creen que las ventas cayeron en un 50 por ciento. Es una tendencia que se agudizó desde diciembre pasado. Y eso llevó a que locales tradicionales como la perfumería Losada, la librería Renon y el bazar Fernández -por citar sólo algunos casos de Echesortu- hayan cerrado sus puertas.
Ahora hay más negocios, y más locales cerrados y en alquiler. Es que algunas zonas comerciales se han extendido. En barrio Belgrano creció la cantidad de negocios desde Provincias Unidas hacia el oeste; algo similar ocurrió con la avenida Alberdi hacia Avellaneda, y en las calles laterales de San Martín.
Son en su mayoría negocios pequeños como maxiquioscos, heladerías, bares, pilcherías, zapaterías, locutorios y confiterías, entre otros. Hay estaciones de servicio, bancos y empresas de servicios públicos. Cada firma importante tiene su sucursal en los barrios.
Es el nuevo perfil que aparece en Mendoza de Avellaneda a Cafferata y cerca de las cuatro plazas, o en San Martín de 27 de Febrero a Seguí y a la altura del 5000.
Las galerías ya no atraen. En la zona norte, la Arroyito y Estadio casi no existen y la Norte suele estar muy vacía. El paseo Villa Margarita de Fisherton cuenta con la mitad de los locales sin habilitar. En Echesortu tampoco funcionan.
Algunos centros se beneficiaron con las mejoras que encaró el municipio, como las rampas de estacionamiento en Alberdi o las nuevas veredas y luminarias de avenida San Martín.
La ventaja de los centros barriales, a diferencia de las peatonales, es que se puede estacionar sin costo y cerca del lugar de destino. Claro que esto se ha complicado sobre Mendoza o Eva Perón (desde Circunvalación a Wilde) por la densidad del tránsito y la falta de espacios.
También hay valores que en los barrios todavía se conservan. Como la atención al cliente, "más personalizada, amable y familiar", resume Julio Manzur desde su tienda de Mendoza al 3700. O el fiado, o el "te pago mientras vaya cobrando", que se mantiene a pesar de la inflación, según Pablo Fabián, dueño de una heladería en Belgrano.
La clientela no ha variado, ya que muchos siguen con la tradición de comprar cerca de casa. En algunos centros se nota más la llegada de vecinos de otros barrios o de gente que está de paso.
En Fisherton ocurre algo curioso. "Se cree que la gente de la zona gasta mucho, pero es al revés. Cuando gasta, no lo hace aquí. Y ya no existe el nivel adquisitivo de antes", apunta Julio Suita, en su zapatería de Eva Perón y Colombres.

La llegada de los súper
Otro factor que cambió el destino de los comercios son los supermercados. "En especial definieron la suerte de los más chicos", recuerda Pina, a cargo de una panadería tradicional de Fisherton.
El renovado súper de Mendoza y Alsina llevó más público y amplió el área en cuanto a negocios más chicos, pero le trajo problemas al tránsito y la cuadra se llena de vendedores ambulantes, según los comerciantes más tradicionales.
En el norte gozan de las ventajas de una ciudad que crece hacia ese margen, pero también los atemoriza la llegada de competidores más poderosos. "Mientras dure esta recesión, proyectos como el Jumbo o el Scalabrini Ortiz seguirán detenidos, pero habrá que pensar cómo nos rearmamos para después", prevé Daniel Locci, de la asociación de comerciantes.
La inseguridad martiriza a los vendedores. Hay sectores con menos movimiento que son el blanco fácil para los ladrones, como los negocios de San Martín entre Uriburu y Seguí. Sobre Alberdi, los robos y asaltos mermaron, pero no desaparecieron. Todos miran con cara extraña al desconocido que observa o pregunta por un precio.


Notas relacionadas
Las avenidas no escapan a la recesión de los grandes centros
Diario La Capital todos los derechos reservados