Año CXXXV
 Nº 49.533
Rosario,
lunes  08 de
julio de 2002
Min -2º
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Teatro / Crítica
"Confesiones del pene", grado cero del ingenio

Rodolfo Bella / La Capital

Nicolás Scarpino, Martín Karpan y Jorge Schubert forman el trío de actores que interpretaron la obra "Confesiones del pene" durante el fin de semana en el teatro Lavardén. El patetismo en teatro es un modo de recepción del espectáculo que provoca compasión, una situación en la cual las víctimas inocentes son abandonadas a su destino sin defensa. La cita define la situación a la que quedan expuestos los actores por el texto de José Montero y por la puesta en escena de Luis Rossini, un espectáculo en el cual tres hombres comentan la anatomía del órgano sexual masculino y la relación que mantienen con él.
El espectáculo, con un clima más cercano a un show de café concert antes que para ser representado en una sala, se apoya en un texto que reúne comentarios y alusiones demasiado conocidas. En los parlamentos no existe ironía ni una necesaria ambigüedad que los hubiera enriquecido, ni tampoco una investigación formal al modo que lo hizo Eve Ensler antes de dar a conocer "Monólogos de la vagina", precedente inmediato de la obra de Montero.
En la misma línea de llanura del texto, la puesta en escena recurre a objetos elementales para ilustrar la clase inicial con la que se abre el espectáculo: tres taburetes en los que que cada actor se sienta para escuchar la intervención del otro y un pizarrón sobre el cual se despliegan dos láminas con ilustraciones de manual.
Mientras, otro intérprete lee de un diccionario definiciones y comentarios sobre la morfología, estructura y funcionamiento de las distintas partes del pene, matizando con comentarios sobre el origen de los preservativos.
La mención del condón da lugar, obviamente, a una muy correcta referencia al sida y la necesidad de tomar medidas preventivas para tener sexo seguro. Los guiños de corrección reaparecen también en las inflexiones efectistas del texto, allí donde es necesario recordar que el matrimonio y la procreación son la culminación perfecta de una vida previa dedicada únicamente a la genitalidad, practicada solo o acompañado.
Los gestos complacientes consisten también en regulares elogios a la numerosa platea femenina, un fugaz comentario adverso sobre la política exterior estadounidense, y por supuesto, una referencia a la necesidad de entender la homosexualidad, masculina o femenina, como una alternativa que la sociedad debería asumir con naturalidad para las elecciones sexuales.
Curiosamente para un espectáculo que tiene por protagonista al pene, el texto carece de citas al erotismo y su potencial. El acento, otra vez previsiblemente, está puesto preferentemente en una genitalidad desbocada: desde la relación que se entabla en la infancia con los primeros juegos solitarios, pasando por las primeras experiencias sexuales -con, obviamente, prostitutas- hasta el clímax de saturación que le toca en suerte a Scarpino con la interpretación que hace del relato de la mutilación que sufrió el estadounidense John Bobbit en manos de su esposa.
Los monólogos con los que cada actor tiene la oportunidad de intervenir a intervalos regulares, responden a una estructura que busca divertir con recursos carentes de ingenio, sin margen de riesgo ni provocación, y sin apelar a la sutileza ni al doble sentido, sino, contrariamente, potenciando lo que ya es obvio. Como muestra, sólo basta mencionar todas las acepciones que se ven obligados a decir los actores de la palabra pene, una entre varias situaciones reiteradas que logran salvar con esfuerzo.



Schubert, Scarpino y Karpan luchan con obviedades. (Foto: Angel Amaya)
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