Año CXXXV
 Nº 49.531
Rosario,
sábado  06 de
julio de 2002
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Especialistas instan a no descuidar la sustentabilidad de la producción
Por malas prácticas, se pierden 500 hectáreas de suelo por día
En medio de la crisis, advierten sobre los riesgos que implica abandonar tecnologías como la SD

En momentos en que algunos productores se plantean, en el contexto de una marcada incertidumbre, si seguir o no adoptando prácticas sustentables como la siembra directa, la necesidad de preservar el recurso suelo sigue estando cada día más vigente.
Mañana se conmemora el Día Nacional de la Conservación del Suelo, establecido en homenaje al científico estadounidense Hugh Hammond Bennet, un pionero en la lucha para preservar este recurso. "Como fuente de alimentos para toda la humanidad, el suelo debe ser objeto de la consideración inteligente y permanente, y dado que la sociedad entera depende absolutamente de la producción del suelo para su existencia presente, la sociedad entera debe participar de esas responsabilidades", señaló en su momento.
Un trabajo del Inta Marcos Juárez recuerda los principales eslabones de esta tarea histórica. Señala que en los 60, a partir de la tarea de técnicos de la institución, se comenzaron a conducir trabajos relacionados con la conservación del suelo y el agua. Tarea que continuó con el Proyecto FAO/Inta/UNDP, que se basó en la planificación conservacionista, con prácticas ingenieriles como las curvas de nivel, terrazas, desagües y estructuras para el manejo del escurrimiento.
Esta tarea hizo escuela y muchos técnicos aprendieron a trabajar en la conservación de los recursos suelo y agua y a la vez una importante cantidad de productores fueron asesorados al respecto con muy buenos resultados. Esta actividad tuvo el respaldo de la ley nacional 22.428 de fomento a la conservación del suelo, que permitió incrementar la lucha contra la erosión a través de consorcios de productores, con el asesoramiento de técnicos privados y del Inta.

La directa
Según un informe difundido por el Inta Marcos Juárez, en el país hay 60 millones de hectáreas de tierras degradadas, y se pierden 500 hectáreas de suelo por día. Solamente en la región pampeana existe un total de 13 millones de hectáreas erosionadas, casi el 50% del total de las hectáreas cultivadas. Al respecto, se estima que la erosión hídrica ha producido una disminución de los rendimientos que significan al país una pérdida anual de algo más de 285 millones de pesos.
En los años 70, el doble cultivo trigo-soja en la pampa húmeda y semiárida disparó un incremento en los procesos erosivos que se intentó controlar en un principio con las prácticas ingenieriles clásicas.
En 1974 en la zona de Marcos Juárez, el Inta comenzó con la investigación, desarrollo y extensión del sistema de siembra directa a través de la secuencia trigo/soja. De las primeras hectáreas en aquella campaña se llegó a una superficie actual de 10.000.000, siendo el cultivo de soja en el cual más se utiliza este sistema.
La siembra directa tiene una incidencia positiva sobre la conservación del suelo, reduciendo genéricamente la erosión en un 80%, ya que el rastrojo en superficie impide el golpe directo de la lluvia, disminuye el escurrimiento y favorece la infiltración y conservación de la humedad.
Todo esto es fundamental en el desarrollo del cultivo y en su rendimiento físico, por lo que se puede inferir que esos 285 millones de pesos o dólares citados como pérdida se reducirían a sólo 57 millones si se utilizara únicamente este sistema de producción.
Se puede estimar, además, que el sistema de siembra directa estabiliza e incrementa los rendimientos entre un 10 a un 20%, por mejor oportunidad de siembra, mejor uso de agua y aprovechamiento de los fertilizantes, mejor control de malezas, incremento de la materia orgánica, entre otros.

Más agricultura
Un fenómeno estructural que se viene registrando en el suelo de nuestro país es el avance de la agriculturización, que pone a producir en ese ítem cada vez más superficie marginal o proveniente de la ganadería, aunque en el otro lado de la balanza puedan sumarse dudas acerca del proceso y su repercusión a futuro sobre la sostenibilidad del recurso suelo.
Según datos estadísticos de la Sagpya, recogidos en el informe del Inta, en la campaña 1980/81 la superficie sembrada con cereales, oleaginosos y cultivos industriales era en todo el país de 21.695.600 ha. Ese valor se mantuvo estable durante 14 años. A partir de allí se produjo una tendencia creciente que llevó a incrementos continuos en dicha superficie. Esta variación de casi 7 millones de hectáreas se debe en gran medida al aumento del cultivo de soja.
A pesar de que los incrementos del área agrícola de la última década se hicieron a expensas de la superficie ganadera en áreas más marginales, se considera que esto no implicó graves perjuicios para la sostenibilidad del ecosistema ya que la mayor parte se realizó con la expansión de la soja con la tecnología de la siembra directa con lo cual se agrega nitrógeno y se mantiene la estructura del recurso suelo. A pesar de que los efectos de la soja no son tan benéficos sobre el suelo como con ganadería (por la extracción de potasio y otros micronutrientes que realiza la oleaginosa) el balance de nutrientes puede ser compensado con fertilización. También hay que considerar a nivel global el gran beneficio económico que se brinda al sector agrario y al país al pasar de una producción de casi 41 millones de toneladas en el período 1993/1994 a 68,6 millones en el 2001/2002 manteniendo el recurso suelo.



La siembra directa reduce los efectos de agriculturización. (Foto: Celina Mutti Lovera)
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