Año CXXXV
 Nº 49.525
Rosario,
domingo  30 de
junio de 2002
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Análisis: La profecía que finalmente se cumplió

Mauricio Maronna / La Capital

La capacidad de asombro se perdió allá lejos y hace tiempo: corrupción, falta de diálogo, licuación del poder político, dogmas económicos e ineptitud en el manejo de la cosa pública abonaron este presente. La violencia y las muertes absurdas cierran un círculo más que vicioso.
El desplome de la política como idea de transformación colectiva ató el destino nacional a la ayuda del FMI como única tabla de salvación. Citando fuentes del Tesoro norteamericano y de la embajada se escribió el domingo 28 de abril de 2002: "Argentina tiene que pagar caro el default para no sentar precedente internacional; no existe confianza en la clase dirigente. Deben profundizar el ajuste hasta llegar a una tasa de desocupación del 30% y a una caída de la economía del 18%. Llegue o no la anarquía, habrá conflictos sociales gravísmos y lucha de pobres contra pobres. En ese marco se producirá un recambio natural de su dirigencia política". ¿La profecía se habrá cumplido, el miércoles, en la zona del puente Pueyrredón?
En la Argentina (contradiciendo alguna sentencia intelectual) las tragedias se repiten siempre como tragedias y nunca como farsas.
La Maldita Policía bonaerense parece ser una hidra que resistió en pie los pomposos anuncios de descabezamiento. ¿A quién se le ocurrió poner al frente del operativo de contención de un grupo de piqueteros al comisario Alfredo Franchiotti, un feroz cazador de pibes indefensos?
Una fuente de la primera línea del PJ bonaerense dijo a La Capital que la hipótesis de complot contra Felipe Solá carece de sustento. "La Bonaerense sigue teniendo absoluta autonomía del poder político. Carlos Ruckauf contribuyó a devolverle ferocidad y descontrol con la reforma al Código de Procedimientos, sus pedidos de «mano dura» y su prédica de «meterles bala a los delincuentes». Lo que se vio el miércoles es más de lo mismo. Solá (aunque esta vez actuó con muchos reflejos) no había hecho nada para volver al garantismo".

Los indomables
La fuente dio datos reveladores: "El ex secretario de Seguridad Luis Genoud es un puntero político de Florencio Varela que ni siquiera intentó domar a la policía. Franchiotti es un cabal exponente de la independencia con la que se mueven".
El informante le quitó voltaje a la especie que señalaba que los halcones duhaldistas (con Alfredo Atanasof como cabeza visible) habían sembrado de servicios de inteligencia a la Coordinadora Aníbal Verón (un grupo inorgánico y enfrentado a las organizaciones piqueteras más estructuradas) para generar el caos y, de última, tirarle dos muertos a Solá.
"El choque estaba más anunciado que un eclipse de sol. La operación que sí podría haber querido plantar el duhaldismo ciego es ubicar a los piqueteros como punta de lanza de algún movimiento guerrillero, asustar a la clase media y limpiar las rutas y las calles de manifestantes", amplió la fuente. Claro, no contaban con la poca astucia de Franchiotti.
Entre la violencia y la irracionalidad de los extremos ideológicos, siempre funcionales al autoritarismo, la mayoría de la sociedad (con cacerolas incluidas) debería coincidir en que la única bala de plata en este desquiciado país sigue siendo la democracia.
Como escribió el historiador Natalio Botana: que prime la razón, aunque truenen las pasiones.


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