Año CXXXV
 Nº 49.525
Rosario,
domingo  30 de
junio de 2002
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El viaje del lector
Managua: Una ciudad diferente y extraña

Managua -capital de Nicaragua- es una ciudad extraña. No hay un centro comercial referencial como en el resto de las capitales. Ha quedado casi sin torres entre los terremotos y la guerrilla. Sí, posee un malecón sobre el lago de Managua que desde su orilla vigila el volcán Momotombo y en medio de sus aguas emerge la isla rocosa del volcán Momotombito. Es una experiencia inolvidable conocer el centro antiguo, la vieja iglesia, el correo y la casa de Gobierno. Desde gran parte de la ciudad se ve la estatua de Sandino.
A 45 kilómetros de la capital se encuentra Granada, la primera ciudad fundada de Centroamérica. Para llegar a ella es preciso pasar por la localidad de Masaya donde el volcán del mismo nombre se encuentra en continua pero lenta erupción.
Todas las calles de Granada están empedradas, sus casas son coloniales pintadas de alegres colores y se puede pasear por las isletas del lago Cocibolca o del Nicaragua (el más grande de Centroamérica). Cada rincón y cada iglesia habla de historia. Allí nació el poeta Ernesto Cardenal. A 90 kilómetros de aquí está la ciudad de León donde descansan los restos del poeta Rubén Darío.

Playas de arena blanca
Siguiendo hacia el Pacífico hay hermosas playas de arenas blancas y mar transparente, algunas de ellas con poca infraestructura para el turismo for export. Lo más maravilloso es lo agreste del lugar. Puerto Sandino, Poneloya, San Juan del Sur, Pochomil, Montelimar son algunas de ellas. Pero si lo que atrae es la aventura es preferible ir hacia el lado del Caribe. Desde algunos de los mercados de la ciudad capital salen colectivos hacia la ciudad de Rama que demoran muchísimo, pero el paisaje es encantador.
El resto de viaje se hace a través de una embarcación por el río Escondido hasta llegar a Bluefields: el lugar soñado, ideal para aislarse del mundo, y tomar contacto con la gente del lugar, la verdadera América negra. La naturaleza explota a cada paso: palmeras, monos aulladores, cangrejos. Todo es armonía.
Bluefields no es para cualquier turista, es para el avezado conocedor y aventurero. Amante del misterio de las entrañas de la tierra. No existen all inclusive, ni grandes comodidades, todo es agreste y verdadero.
Patricia Roldán


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