Año CXXXV
 Nº 49.525
Rosario,
domingo  30 de
junio de 2002
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El cazador oculto
"Son amores" y el éxito de un cuento de hadas

Ricardo Luque / La Capital

Era difícil de imaginar que cuando desembarcó en la pantalla, en el páramo en el que convirtió la devaluación a la televisión argentina, "Son amores" iba a ser un éxito. Su trama, demasiado parecida a la de "Gasoleros", y sus protagonistas, una actriz de telenovela, Millie Stegman, y un expatriado de la troupe de Marcelo Tinelli, Miguel Angel Rodríguez, no despertaban la más mínima confianza. Craso error. Con el correr de los meses la tira de Pol-ka no sólo se convirtió en un suceso sino que, además, se dio el gusto de ganarle durante dos semanas consecutivas la guerra del rating a "El show de VideoMatch". Una medalla que Adrián Suar luce orgulloso en el pecho. Y no es para menos. Su disputa con quien por obra y gracia de sus altísimas mediciones de audiencia se erigió en el hombre fuerte de Telefé lleva años, y poder disfrutar de las mieles del triunfo es un placer largamente esperado por el gerente general de Canal 13.
¿Por qué gana "Son amores"? Ante todo, porque cumple los estándares de calidad a los que acostumbró a los argentinos la factoría televisiva de Adrián Suar, aunque ésa no fue la única razón que erigió a la tira en el programa preferido por el gran público en el prime time nocturno. "Son amores" conquistó a la gente con una receta simple y eficaz: cuenta la historia que los habitantes de este bendito país necesitan escuchar. Para que se entienda: en un momento de crisis como el actual una comedia romántica en la que la única preocupación de sus protagonistas son los vaivenes del corazón es un bálsamo que ayuda a olvidar los problemas de todos los días. Ese, precisamente, era el lugar que durante la fiesta menemista ocupaba "El show de VideoMatch" y que, ante el repentino "compromiso social" de su animador, le fue usurpado por las huestes del Chueco Suar.
El gran mérito del factótum de Pol-ka es haber sabido leer la realidad mejor que el muchacho de Bolívar y haberse atrevido a cambiar. En "Son amores" la realidad no se filtra como en "Gasoleros", su historia es inmaculada, como un cuento de hadas, como el que los argentinos soñamos vivir.


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