Año CXXXV
 Nº 49.518
Rosario,
domingo  23 de
junio de 2002
Min -2º
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Golpean a un canillita al robar en una estación de servicios de Nuevo Alberdi


El canillita llegó como de costumbre a la estación de servicio de ruta 34 y Bouchard, en el barrio de Nuevo Alberdi, para dejar en el maxiquiosco los diarios locales. Apenas si pudo bajar del ciclomotor cuando salió a "recibirlo" un delincuente que con el cañón de su revólver apoyado en la espalda le metió para adentro. Enseguida sufrió dos culatazos en la cabeza y fue encerrado en un baño junto con las dos empleadas del comercio, y desde allí vio cómo el delincuente robaba el dinero de la recaudación y huía del lugar en la moto. Tanto el autor del robo como el rodado no habían sido localizados.
Rubén Herrero, de 35 años con mujer y dos hijas de 9 y 5 años, trabaja como repartidor de diarios hace dos años para un puesto ubicado en ese mismo barrio de la zona noroeste. Ayer a la mañana la rutina de llevar los periódicos a cada uno de los clientes de la zona se vio alterada por el hecho fortuito de llegar a un lugar en el momento menos indicado.
Eran aproximadamente las 7.15. El frío casi polar de las últimas madrugadas hizo que Herrero se desplazara en la Zanella 50 cc., propiedad de sus patrones, "emponchado" hasta la nariz y que cubriera su cabeza con un grueso gorro de lana. El canillita, en diálogo con este diario, contó que llegó a la estación de servicios Sol de Bouchard y Sánchez Granel -nombre que recibe la ruta nacional 34 al ingresar a Rosario- para entregar las ediciones del día de La Capital y El Ciudadano. "A esa hora son los únicos que están en la calle, porque los (matutinos) porteños llegan más tarde", comentó Rubén.
 

Sorpresa en la estación de servicio
Lo cierto es que el hombre llegó al surtidor y estacionó la moto frente a la puerta del minishop a la espera de que una de las dos empleadas saliera a recibir los periódicos. Pero no fue así. Las chicas estaban inmóvil, encañonadas por un delincuente muy joven. Cuando Rubén advirtió algo raro dentro del comercio fue demasiado tarde. El asaltante al verse observado desde afuera, rápidamente salió a la playa y encaró al canillita.
"Me agarró del cuello con un brazo y con el otro me puso el revólver en la espalda. El tipo tenía menos de 20 años y estaba muy nervioso porque le temblaba la mano que sostenía el arma. Realmente me asusté", recordó Herrero, quien de un empujón fue introducido en el minishop. "Fue todo tan rápido que tuve que largar la moto", agregó. Cuando el rodado cayó al piso, el delincuente insultó a la víctima y desde atrás le aplicó dos culatazos en el cráneo, que le causaron un profundo corte en el cuero cabelludo   Bañado en sangre, Herrero y las dos empleadas fueron llevados hasta el baño. "Quédense quietos, porque son boleta", advirtió el ladrón, quien con la situación controlada se apoderó de unos pesos que había en la caja y de algo de mercadería. Después salió a la playa, se subió a la moto de Herrero y salió rápidamente en dirección al centro de la ciudad, dejando los desparramados por el piso.
El episodio es investigado por la subcomisaría 2ª. Herrero contó que recibió dos puntos de sutura y que era la primera vez que le sucedía algo así. "Cuando el choro me empujó adentro del baño pensé que me mataba", señaló.


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