Año CXXXV
 Nº 49.517
Rosario,
sábado  22 de
junio de 2002
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Una expedición halló sugestivos vestigios en el lecho del cabo San Antonio
El mito de la Atlántida cobra fuerza en aguas del Caribe
A 630 metros de profundidad, descubrieron estructuras megalíticas de diversas formas geométricas

Alejandro San Martín

El misterio que no tiene fin, el continente sumergido de la Atlántida vuelve a emerger como un fantasma dormido de las profundidades de las cálidas aguas del Caribe, tras el descubrimiento de unas estructuras de piedra sumergidas hace miles de años cerca del cabo San Antonio, en Cuba, realizado por una expedición científica cubano-canadiense.
La ingeniera en oceanografía, la cubana Paulina Zelintsky -quien tiene a su cargo el equipo de investigación- reveló que las estructuras megalíticas halladas a 630 metros de profundidad "corresponderían a una isla hundida a causa de un sismo ocurrido en tiempos remotos".
De ser cierta esta afirmación, se trataría de una barrera adicional para el paso de corrientes marinas y un puente entre Cuba y Yucatán cuya ubicación coincide con el sitio asignado para la Atlántida por el contemporáneo de Platón, el griego Proclo. El heleno no era el único en visualizar a la ciudad sumergida en las costas -hasta ese momento desconocidas- de la América continental, sino que compartía su teoría con el vidente Edgar Cayce, quien transmitía mensajes en los que aseguraba que las Antillas habían formado parte de la Atlántida.
Lejos de estas apreciaciones fantásticas, la expedición científica conmocionó por el hallazgo de unas estructuras megalíticas ubicadas en posición simétrica, pero en dirección contraria al sistema de fallas de la zona.
"Muchas de ellas tienen formas redondeadas y de pirámides", aseguró con entusiasmo la especialista, quien nunca creyó que iba a toparse con uno de los misterios mejor guardados de la historia de la humanidad, mientras buscaba galeones hundidos en las costas cubanas.
Las controversias y sorpresas que ha causado esta investigación tuvieron respuestas en la misma isla caribeña, en donde el paleontólogo cubano, Manuel Iturralde Vinent -investigador del Museo de Historia Natural de Cuba-, lanzó una hipótesis para poder echar un poco de luz sobre el fenomenal hallazgo.
Este profesional, reconocido en todo el mundo por sus aportes a la geología, apuntaló las observaciones de Zelinstky al señalar en una de sus hipótesis la alternativa de que estas estructuras en forma de corredores y cámaras geométricas, hayan sido construcciones realizadas por seres humanos.
Para afirmar esta posición, citó la tradición de los mayas y de los aborígenes yucatecos, que hablaban de una isla cercana, de la cual procedían sus ancestros y que habría desaparecido después de una catástrofe natural.
Esta misma idea se repite en la epopeya babilónica de Gilgamesh, el inmortal, en el relato bíblico del diluvio, y en el mito hindú del dios Krishna, protegiendo a los humanos de perecer bajo las aguas, luego de que toda la tierra quedó bajo el agua tras una torrencial lluvia, todas ligadas con la historia de la sumergida Atlántida.

Un poco de las dos cosas
Sin embargo, la hipótesis por la que se inclina Iturralde Vivant resulta de una combinación entre aquellas corrientes que consideran a los megalitos como una formación natural y las que lo ven como obra de nuestros antepasados. Esta teoría sugiere que, aun si se tratarse de estructuras naturales que estuvieron sumergidas, pudieron haber sido transformadas o adaptadas por el hombre para su uso con una finalidad habitacional o religiosa.
El investigador adjudica a esta hipótesis el valor de ampliar el camino para una investigación e interpretación de las evidencias que se obtengan de los fondos marinos, basándose en el hecho de que muchos pueblos de la antigüedad han trabajado la roca natural para construir habitaciones y sitios funerales.
Los megalitos submarinos en Cuba, estudiados bajo el proyecto conocido por las siglas Mega, son un conjunto de estructuras situadas al noroeste del Cabo San Antonio, entre 600 y 700 metros de profundidad, en una depresión submarina cuyo lecho tiene una pendiente del 6 por ciento.
Las peculiares formas geométricas de estos megalitos, en los que se pueden descubrir crestas, paralelepípedos, cubos, pirámides y hasta cruces, fueron los elementos que despertaron el interés y la curiosidad de los investigadores.
El misterio sigue abierto y las voces más audaces ya comienzan a llamar a la ingeniera Paulina Zelintsky, como la nueva capitán Nemo, aquel famoso personaje de Julio Verne que en el libro "Veinte mil leguas de viaje submarino" tropieza mientras bucea con una ciudad en ruinas: la enigmática Atlántida. (Télam)


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