Año CXXXV
 Nº 49.476
Rosario,
domingo  12 de
mayo de 2002
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Duhalde y Alfonsín quieren trasladar la improvisación al terreno institucional
Opinión: Cómo sobrevivir en el caos político
Frente a la ineptitud del gobierno, la población se va adaptando a una nueva economía paralela

Antonio I. Margariti

A esta altura de los acontecimientos no hay ninguna duda de que los seguidores de la nueva alianza que nos gobierna tienen tanta confusión mental que no pueden encontrar un rumbo cierto, salvo aferrarse a sus cargos para seguir lucrando con la política.
Por supuesto que Duhalde y Alfonsín, los dos socios principales, no adhieren a la teoría del capitalismo salvaje, que cree que cualquier injerencia extraña en el mecanismo de las inmutables leyes de mercado sólo perturba el funcionamiento de la economía porque -de manera automática y sin hacer nada- se producen equilibrios óptimos en el empleo, la producción, la satisfacción de necesidades y la distribución del ingreso.
Tampoco adhieren a la teoría del socialismo comunista, aunque su corazón está en la izquierda, porque no confían en la dictadura del partido, el control económico absoluto y los gulags (campos de concentración para disidentes).
Los socios de esta nueva alianza sí creen, a pies juntillas, que ellos y sus partidos representan la verdadera voluntad popular, pero paradójicamente actúan sin el pueblo o, lo que es peor, en contra de los intereses populares.

Distraer la atención
Ahora, Duhalde y sus asociados quieren trasladar la improvisación económica al terreno de las instituciones políticas, intentando una reforma constitucional para reemplazar el sistema presidencialista por un parlamentarismo, argumentando que tiene buenos antecedentes en Canadá. Claro está que olvidan que Canadá cuenta con primer ministro porque hasta 1982 fue dominio territorial británico y ahora integra el Commonwealth cuyo soberano no es el pueblo sino la reina de Inglaterra y ésta es la razón porla que no tienen presidente. En cambio nosotros, como enseña Juan B. Alberdi, fuimos virreinato hasta nuestra independencia y, a partir de allí, la tradición presidencial significó la continuidad histórica y jurídica del rey de España de quien dependimos hasta 1816. Por eso no tenemos primer ministro.
Pero como no saben salir de la improvisación económica, que ellos provocaron, quieren entretenernos con la improvisación política, haciendo un pase de verónica como el torero que distrae al toro agitando la capa con las dos manos.
El pueblo está sufriendo el desmantelamiento de las instituciones que permiten dirigir el proceso económico diario para producir bienes, comprar alimentos, vestirnos decorosamente, guarecernos en viviendas, prender la estufa sin que falte gas, encender la luz por la noche, hablar por teléfono, viajar de un lado a otro, transportar mercancías, vender al extranjero, importar lo que no producimos, ahorrar parte de nuestros ingresos, depositarlos en bancos y poder retirarlos cuando los necesitamos. Duhalde, Alfonsín y sus acólitos progresistas parecieran empeñados en impedir que nuestra vida sea normal como deseamos.
No alcanzan a entender que el socialismo real ha muerto porque no pudo llevar a la práctica la utopía marxista y tampoco comprenden que el capitalismo salvaje ha sido superado por un capitalismo sometido a reglas basadas en la competencia, la estabilidad del dinero, los impuestos razonables, la disciplina fiscal y las intervenciones para impedir toda forma de monopolio. La fórmula a que adhieren nuestros "progres" se condensa en este lema: "Monopolio para los políticos y dirigismo para los ciudadanos".

Economía paralela
Desde el ineficaz gobierno de De la Rúa, todo se ha trabado y nada funciona, pero la población no puede seguir esperando morirse de hambre, de frío o por falta de medicamentos. De alguna manera reaccionará y por eso no es extraño que comencemos a ver instituciones subterráneas por las que va a transcurrir la vida económica.
La economía paralela ya comenzó con los clubes de trueque porque, al no llevar libros de contabilidad y transar sin moneda ni tickets, el Estado no puede cobrar impuestos. Si el trueque progresa, comenzarán a organizarse verdaderas redes clandestinas para fabricar y distribuir productos canjeables, pero pronto llegarán a un nivel de complejidad donde será imposible, a los operadores del trueque, producir PC, aparatos de audio, equipos de tomografía, hornos de microondas o teléfonos. En ese caso, si persiste el espíritu del trueque, el abastecimiento de productos complejos se logrará a través del contrabando y entraremos en una monumental estructura de economía en negro.

Billeteras afuera
La segunda institución paralela para sobrevivir al caos político será la emigración bancaria hacia los países limítrofes. El éxodo financiero comenzará cuando los bancos serios se den cuenta de que no pueden actuar en Argentina y decidan mudarse. Al principio será la banca de inversiones, luego la banca privada y finalmente la banca comercial. El sistema bancario paralelo funcionaría de este modo: las personas y empresas tendrán fondos depositados en Uruguay o Chile porque allí estarán a cubierto de leyes irracionales y de los gobernantes argentinos. Cada depositante dispondrá de chequeras sobre plazas extranjeras y podrá hacer pagos con esos cheques. Quien los reciba deberá dirigirse a la sucursal bancaria local para encomendarles la cobranza. Los bancos se verán compelidos a contratar valijeros que diariamente lleven la documentación hacia Uruguay y Chile para acreditar o debitar los valores.
Si este procedimiento creciera rápidamente, veremos restablecer el funcionamiento bancario a pleno. Un problema adicional será el de las poblaciones pequeñas y alejadas de las grandes ciudades, pero aquí aparecerá un nuevo oficio: el "banking-broker" o viajante bancario, que todos los días trasladarán cheques y boletas desde esas localidades hacia los centros urbanos. De paso se estimulará la venta de pasajes en ómnibus interurbanos y la emisión de pólizas de seguros para garantizar valores en tránsito. Será difícil que ocurran asaltos en gran escala porque la dispersión de valores bancarios, entre miles de valijeros y viajantes, minimizará el riesgo de robo.
El puente Rosario-Victoria podría llegar a tener un inusitado tránsito de vehículos dedicados a este nuevo rubro de comercio exterior.
En cuanto al mercado accionario, las inversiones de argentinos con excedentes de dinero se irán volcando hacia cuotas-partes del Cedear, que son "Certificados de Depósitos Argentinos" colocados en bancos con filiales en el exterior y con derecho a la propiedad de acciones cotizadas en New York, Londres, Madrid o Frankfurt. De este modo los pequeños y medianos ahorristas podrán tener certificados representativos de una porción de Cedear y sus ahorros estarán lejos de la codicia de gobiernos que arman corralitos, devalúan, pesifican y se apropian de los plazos fijos con bonos.

Circulación de los verdes
A pesar de todo, subsiste el problema de la circulación del dinero que los argentinos traigan del exterior. El tema puede resolverse así: los supermercados y grandes comercios comenzarán a poner en sus vidrieras los precios en dólares. Todos comprobaremos que en esa moneda no existe inflación alguna y en muchos casos los precios bajan. Si la gente comienza a comprar con dólares, los comerciantes podrán pagar sueldos en dólares y sus empleados aceptarán volando la propuesta porque saben que el sueldo se ajustará automáticamente, sin problemas. Cuando un número importante de empresarios y trabajadores tengan dólares en sus bolsillos por ventas y cobros de salarios, el dólar dejará de atesorarse y se convertirá en medio de cambio, es decir, circulará, cosa que hoy no sucede.
En ese momento deberemos decidir racionalmente ¿qué hacer con los pesos y los bonos provinciales? Se destinarán al pago de impuestos y servicios públicos. Hasta podrían ser comprados bajo la par, haciendo un gran negocio porque ahorraríamos dólares. En definitiva, el Estado se llenará de papeles-basura y no tendrá más remedio que soportar la pauperización de sus ingresos afectando a políticos y empleados públicos. Dentro de estos últimos, los empleados decentes y trabajadores irán abandonando el barco y se trasladarán al sector privado, dejando el gobierno en manos de políticos y ñoquis que no saben hacer otra cosa más que tomar mate, comer tortas fritas y cobrar el sueldo sin haber trabajado. El Estado ineficiente que hoy conocemos se irá disolviendo por falta de víveres.
Todo esto, parece el argumento de una película felliniana pero, ni más ni menos, es la caricatura de un país que sigue teniendo tremendas ganas de tener gobiernos honestos, vivir en dignidad, ponerse de pie y comenzar a marchar a paso firme para alcanzar la tierra prometida de una Patria mejor, que hoy nos han robado escandalosamente.


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