Año XCCCV
 Nº 49.469
Rosario,
domingo  05 de
mayo de 2002
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La Pampa: En tierra de ranqueles
A 125 kilómetros de Santa Rosa, la estancia La Marianita abre las puertas al mundo de las costumbres gauchas

En estas tierras de vastas llanuras pampeanas y alejados horizontes hay una nueva manera de practicar el ocio: el turismo rural o de estancias. Un encuentro con las jineteadas, el asado y el mate amargo cebado a la sombra de frondosos caldenes; simples costumbres camperas para disfrutar al aire libre.
En La Pampa existen unas veinte estancias parcialmente abiertas al turismo, como La Marianita, de Yolanda Rodríguez Huarte y Francisco Garro, que está a 125 kilómetros de Santa Rosa y muy cerca del pequeño pueblo de Carro Quemado.
La historia de La Marianita comenzó en 1890 cuando don Máximo García compró esas tierras de médanos y extensos montes de caldenes, donde habían reinado los ranqueles. El pionero sembró allí las primeras semillas de alfalfa.
Después trajo la primera trilladora que surcó el medio oeste pampeano y el fruto de su trabajo, intenso y perseverante, fue premiado en los albores del siglo pasado por la Sociedad Rural Argentina y por la italiana Industria del Lavoro, de Milán.
"La historia de nuestra familia es parte de la historia pampeana", afirmó Yolanda Rodríguez Huarte, que conserva como un tesoro documentos y objetos rescatados de criollos, gringos europeos y nativos. Son más de 3 mil piezas arqueológicas, platería gaucha, botellas antiguas y cerámicas aborígenes, puntas de flechas, boleadoras, amuletos, adornos femeninos y la rastra que usaba el cacique Yancamil, el tesoro más valioso de la colección.
Pero es en el taller Ñuque Mapu, que en lengua aborigen significa Madre Tierra, donde Yolanda despliega hábilmente el arte de la cerámica y su incansable pasión por la docencia. Todos sus huéspedes, aun aquellos que llegan en busca del contacto con la naturaleza, visitan el lugar preferido de la estanciera.
"Nos visitan muchos extranjeros, especialmente españoles y franceses, que se interesan mucho por los rostros aborígenes en cerámica", contó la artista, empeñada en difundir el arte popular americano, en este caso de La Pampa.
Yolanda, desde siempre habitante de estas tierras pampeanas, dijo que la oferta del lugar "es nativista y costumbrista y una manera de difundir las cosas del campo. Comenzamos con el turismo educativo, para que se conozca nuestra historia y después seguimos con el turismo de familia, ya que los chicos que venían con la escuela después regresaban con sus padres y hermanos. Por último incorporamos el turismo de caza, aportando el alojamiento en la estancia y usando los cotos de caza de los campos cercanos", expresó.
Desde La Marianita los viajeros pueden visitar el museo de la familia Orgales, en Carro Quemado, que fue el primer almacén de ramos generales del pueblo, reciclado por Yolanda y su esposo. Allí se exhiben envases de las décadas del veinte y del treinta, muchos de ellos con su contenido original, todo tipo de licorería, herrajes de caballos, mercadería de aquellas épocas y los restos del carro incendiado que dio nombre al pueblo.
Simples rincones para descansar en el paisaje pampeano, disfrutar del profundo silencio de la noche y escuchar relatos del pasado, ocurridos entre estos muros que el turismo convirtió, como por arte de magia, en confortables hospedajes.(Télam)



Jineteadas y destreza criolla en las inmensas estancias.
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