Año XCCCV
 Nº 49.469
Rosario,
domingo  05 de
mayo de 2002
Min 15º
Máx 23º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Las fotografías intervenidas de Herrera
Perforaciones, manchas y esbozos lineales atentan contra la exquisitez en una muestra en el Castagnino

Nancy Herrera

El punto de enlace del conjunto de obras que conforman la muestra de Carlos Herrera inaugurada en el Castagnino se halla en la modalidad que adopta el artista para desarrollar la totalidad de su producción plástica. La intuición, uno de los rasgos permanentes del proceso creativo, constituye el punto de partida de esta forma de realización, emparentada con algunas tendencias de vanguardia manifestadas durante el siglo pasado. Se trata de un encuentro entre el artista y una gran gama dispersa de fotografías ajenas. Imagenes que en su contexto original, hubiesen resultado útiles para evitar futuras situaciones de olvido.
La intriga y simultáneamente la atracción son caracteres de este encuentro con cada uno de esos registros visuales de fragmentos de historias desconocidas. Luego de que son atravesados por la mirada del autor, son asociados y por lo tanto destinados a sus múltiples interpretaciones. En el marco de estas travesías del montaje, la serie de vínculos imaginarios que establece Herrera admite la infiltración de algunos rasgos del proceder del surrealismo.
De esta manera, el artista logra una singularidad estética, fuertemente vinculada con las prácticas artísticas que han definido a la historia del arte de su contexto.
La fotografía es uno de los recursos plásticos de mayor desarrollo en las expresiones plásticas de los últimos tiempos. Desde otra perspectiva, constituye una de las tácticas más efectivas en la intención de hacer persistente un hecho ante los vacíos de la memoria. Por estas razones, habitualmente las fotos son resguardadas de la libre manipulación, intentando prevenir marcas, manchas u otras alteraciones que pudieran modificar su apariencia.
Durante el transcurso de elaboración de estos trabajos, Herrera ensaya continuamente la erradicación de esos impedimentos propios de las convenciones sociales. Mediante la apropiación de esas imágenes de origen incierto, construye un lenguaje que, en determinadas instancias, lo conduce a dañar el soporte de su obras. Para esto, acude al acto de la intervención. Esta actitud, termina por enlazar las vertientes de su proceso, generando un espacio de tensiones. Allí, la perforación, la mancha o un dinámico esbozo lineal atentan contra la exquisitez de las imágenes, haciendo efectiva la huella de la transgresión.
En ciertos casos como en el de la obra "Luminaria", con la que ganara un premio en último Salón del Banco Nación en Buenos Aires, Herrera provoca la irradiación de pequeños brotes de luz. Estos, provienen de una sucesión de perforaciones realizadas en distintas zonas del soporte, conformado en esta oportunidad por una serie de diapositivas.
Desde la perspectiva histórica, la luz ha funcionado como un signo de la racionalidad. La emergencia de estos pequeños haces lumínicos en la obra señalan que, aunque la nitidez de los recuerdos fuera demasiado escasa, aún continúa siendo sumamente eficaz e imprescindible.
El gesto de la "intervención" con el que Herrera define su lenguaje plástico no sólo origina la pérdida de la imagen en estado intacto. En cierta medida, también hace posible la relación de su producción plástica con ciertos rasgos de las complejas circunstancias de la presente realidad. En efecto, la serie de obras sin título que presenta actualmente en el Castagnino perfila el esquema de una producción cuyo sentido sobrepasa el nivel puramente estético en el que se inscriben muchas de las tendencias del arte contemporáneo.



Fotos ajenas reciben una lógica de la mano del artista.
Ampliar Foto
Notas relacionadas
Premios
Diario La Capital todos los derechos reservados