Marisa Martín
Francisco es el nombre elegido por Patricia Buccella en el libro "Un lugar para Francisco" como imagen de quien necesita resolver su necesidad de pasado y elegir el carácter de su destino. Es un extenso poema que lleva la forma de un romance: "...no pertenecía a ese pueblo, ni a esos hombres, quizás su vida era esa extensión inmensa y árida sin dueño...".
Otorgándole a la voz anónima de Francisco la poesía y el cuento, Buccella ubica en la historia la decisión trascendente de la constitución de la identidad nacional en una acción concreta sobre la heterogénea realidad cultural argentina, pero rescatando del olvido la huella del aborigen ("...¿Dónde están que no los vemos,/ pintando sus rostros bellos?/ Caminan por otro cielo,/ Francisco danza con ellos...").
La voz del poema y de la tierra no pretenden asumirse como portavoces de la marginalidad, sino lanzarse a una búsqueda reflexiva que alcance el aumento que adquieren hoy la miseria y la injusticia, y desata el momento supremo de un despertar. El despertar de Francisco golpea, y golpea duramente al acercarse a los lugares marginados de su vivencia personal.
Buccella traslada a la poesía el lazo viviente que une al hombre con su paisaje nativo y propone una imagen que pretende contar otro cantar, descomponiendo la autoridad de la letra escrita, sumándose a los discapacitados por el mundo: "...Debilitados de miedo,/ retratos de su dolor/ pariendo huellas de duelo/ no resisten la expulsión...".
En ese afán de decir a un país que se va haciendo todos los días y se desdibuja a veces cuando se cree sumamente universal, y con la claridad que le es propia, la autora va armando desde el itinerario de Francisco comunes y anónimos derroteros, cursos de pequeñas historias que deben contarse.
Por eso, "Un lugar para Francisco" es una acumulación vertiginosa y una palabra poética revolucionaria que habla de la voz que aparece para negar la cotidiana inclinación a archivar un pasado que sigue latiendo ("...El indígena y el blanco/ se observan en esta brecha/ el viento galopa alado/ en la bandera deshecha...). Luego de una lectura del texto, sólo resta entonces, apropiarse de él.
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La Ciudad
