Año CXXXV
 Nº 49.466
Rosario,
jueves  02 de
mayo de 2002
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También debutan "Yo soy Sam" y "Mi mujer es una actriz"
"Atando cabos", la película con Kevin Spacey, llega a Rosario
El actor cuenta cómo fue protagonizar en el filme de Lasse Hallström al pasivo e inhibido Quoyle

Ernesto Pérez

Vocaliza como un actor de teatro a la antigua usanza y se sabe atractivo aunque no sea un ídolo de jovencitas. Kevin Spacey disfruta recordando a su ídolo Jack Lemmon, a quien conoció en la adolescencia, y con quien interpretó uno de sus primeros papeles en el teatro, en "Long Days Journey into Night", de Eugene O'Neill. Como Lemmon, aspira a ser un buen actor y una persona íntegra. Después de sus papeles estelares en "Belleza americana" y ahora en "Atando cabos", el filme de Lasse Hallström, quiere darse un respiro y dedicarse a dar una oportunidad a quienes todavía lo tienen difícil.
La película de Hallström -que se estrena hoy en cines de Rosario- cuenta la lenta adaptación de un pobre hombre llamado Quoyle (Spacey), que después de perder a su despreciable mujer (Cate Blanchett) y a sus padres casi al mismo tiempo, acepta la invitación de una tía (Judi Dench) para probar una nueva vida junto con su hija en las remotas tierras canadienses de Newfoundland. Ahí se convertirá en el reportero de un periódico local y comenzará una relación con una mujer del lugar (Julianne Moore).
-¿Cuál fue su acercamiento a la historia? Parece que usted perseguía el papel de Quoyle desde hace años...
-Leí la novela de Annie Proulx (en la que se basa el filme) hace siete años y me gustó la historia, pero el proyecto estaba en manos de John Travolta. Después se manejó el nombre de Billy Bob Thornton. Parecía imposible que me dieran el papel que tanto me atraía. Pero después de "Belleza americana", las cosas cambiaron y yo parecía el actor adecuado. Pensé que con Lasse Hallström viviría una gran experiencia y no me equivoqué.
-¿Qué garantías le ofrecía Hallström?
-Lasse tiene un sentido mágico de la familia. Es capaz de colocar a los actores en situaciones que nunca te hubieses imaginado. Además, es prodigioso cómo trabaja con niños. En "Atando cabos" son tres las niñas que interpretan el papel de Bunny y las cambiaba con tanta delicadeza que apenas nos dábamos cuenta de que lo había hecho. Cuida a los niños, los mima, y consigue que hagan aquello que requiere la historia. Con nosotros hace lo mismo.
-¿Qué dificultades presenta un personaje tan pasivo como Quoyle?
-No diría que Quoyle es pasivo en su interior. Es un hombre que no ve que nada de lo que hace tenga sentido alguno. No percibe que la vida puede ser diferente. En algún momento de la vida todos hemos sido un pobre tipo alguna vez. O hay muchos más Quoyle de lo que pensamos. De una forma muy lenta y casi imperceptible se va despertando y el viaje a Terranova es un viaje simbólico y una metáfora de su viaje interior. Ciertamente no es un personaje agresivo ni activo, sino reactivo. Ese es el desafío de interpretar este papel. Es mucho más difícil que dar vida a alguien muy activo. No tiene nada que ver con Lester, el protagonista de "Belleza americana", que sí sabía lo que quería. El nuevo personaje me costó mucho más interpretarlo.
-¿Le resultan ahora más simpáticos los periodistas, después de haber trabajado en The Gammy Bird (el periódico local donde Quoyle escribe su columna)?
-Quoyle no es un periodista, sino que simplemente escribe una columna en el diario. Es lo que le surge y lo hace lo mejor que puede. Sobre los periodistas pienso lo mismo que sobre los actores, si elaboro un juicio de valor, lo hago sobre los individuos. Unos son fantásticos y los admiro, y otros no me gustan nada. Por suerte, aprendí a trazar muy bien la línea donde empieza mi privacidad, y como no dejo que se traspase, piensan que no me gusta la prensa.
-¿Qué importancia le da a los premios, tras haber ganado dos Oscar?
-Les doy mucha importancia y la Academia me ha honrado dos veces ("Los sospechosos de siempre" y "Belleza americana"), pero sólo me gusta hablar de ello cuando hay algo de lo que hablar.
-¿Qué recuerdos tiene de Jack Lemmon?
-Lo conocí cuando era un adolescente y me atreví a pedirle un autógrafo. Le dije que quería dedicarme al teatro y me animó a hacerlo. Me aconsejó que no escuchara a nadie que pretendiera desanimarme y que estudiara. A los 26 años trabajamos juntos en Broadway. Desde que no está, el mundo es mucho más triste.



"En algún momento todos hemos sido un pobre tipo".
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