Año CXXXV
 Nº 49.404
Rosario,
jueves  28 de
febrero de 2002
Min 18º
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Editorial
Rumores sin sentido

El clamor de todos los sectores de la sociedad pidiendo trabajo, comida, salud, seguridad, justicia y profundos cambios en la política no se compadece con los rumores y versiones de un supuesto complot cívico-militar, porque la sociedad defiende la democracia y por otra parte, porque la conducción de las Fuerzas Armadas no lo permitiría. Pese a algunos nostálgicos o sectores que han perdido su capacidad de seguir haciendo suculentos negocios, la estabilidad institucional está asegurada.
Esto significa que habrá que tener bien en claro que la profunda crisis por la que atraviesa la Nación no será saneada por inexistentes soluciones mágicas o seres providenciales. Quienes se involucran en rumores desestabilizadores deberían considerar la clara definición proveniente del sector militar: "Estamos en función solidaria y generosa, queremos que ese sea el rol de las Fuerzas Armadas en momentos de dificultad y que no nos usen como cucos".
El propio presidente de la Nación y miembros del gabinete salieron con firmeza al cruce de estas versiones que, como se dijo desde la Iglesia, ponen en peligro a la patria y no al gobierno, ya que la anarquía y desbordes permanentes no hacen más que atentar contra la estabilidad democrática.
En un gesto acaso para resaltar las dificultades, el presidente demostró que está abierto a buscar otras salidas políticas, como por ejemplo aceptar elecciones presidenciales anticipadas si ello significara una solución. Y hasta no descartó incluso la convocatoria a un plebiscito sobre su legitimidad, en caso de persistir los cuestionamientos.
En tanto se aguarda la solución a distintas trabas que impiden recibir ayuda del exterior, esta crisis que es de todos puede tratar de apaciguarse con el aporte de los que más tienen, los que han podido ganar más.
Los desacuerdos con los gobernadores, reticentes a aceptar la cruel realidad de que las arcas están vacías y que sólo se puede repartir lo escaso que se recauda, se convirtieron en un freno para nuevos acuerdos con el FMI. Negarse a entender algo tan fundamental los puso, a algunos por lo menos, como pretendiendo monologar en una campana de cristal, como si esta miseria no pudiera rozarlos porque les es ajena.
En esta instancia turbulenta, los argentinos debemos recobrar la tranquilidad de ánimo, contagiar la confianza a nuestro alrededor y volver a transitar el camino del diálogo constructivo para así ir recuperando el camino hacia la tan ansiada normalidad.


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