Año CXXXV
 Nº 49.400
Rosario,
domingo  24 de
febrero de 2002
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Venezuela
Los rebeldes exigen la salida de Chávez, en paz y sin golpe
Pese a los temores, los disidentes invocan la Constitución y dicen no estar interesados en el poder

Pascal Fletcher

Caracas. - Hace una década, militares venezolanos, entre ellos el ahora presidente Hugo Chávez, se vistieron con uniformes de combate y se lanzaron con tanques y tropas a atacar el palacio presidencial en un intento de golpe de Estado. Diez años después, unos pocos oficiales disidentes, vestidos con sus uniformes de calle, sostienen conferencias de prensa en hoteles, encabezan pacíficas protestas civiles contra el mandatario y citan a la Constitución para exigir una salida no sangrienta o un juicio al ex militar golpista.
Estos desafíos lanzados este mes por parte de un grupo de oficiales, uno de ellos un contralmirante de la armada, son una verdadera bofetada contra Chávez, un ex comandante de paracaidistas que convirtió a la fuerza armada en pilar de su autodenominada "revolución cívico militar".
Chávez ordenó ayer la baja de uno de los disidentes, el coronel de la aviación Pedro Soto. El ministro de Defensa, José Vicente Rangel, dijo que todo estaba "absolutamente normal" dentro de la sólida institución militar formada por 120.000 hombres. Pero el descontento militar resulta algo embarazoso para el líder de ideas nacionalistas, sobre todo en momentos en que su gobierno lucha por apuntalar la dependiente economía petrolera de cara a una caída del precio del crudo, una sangría de las reservas y la depreciación de la moneda, el bolívar.
Aunque la aparición de los uniformados rebeldes reavivó los temores de un golpe en el cuarto exportador de crudo del planeta, los propios disidentes han llamado a realizar un cambio pacífico y constitucional del gobierno. Pero sus ampliamente publicitadas críticas han agregado manchas a la ya dañada imagen de Chávez, cuya popularidad ha caído con las misma velocidad con la que han aumentado las protestas antigubernamentales. Los opositores de Chávez, incluidos enemigos políticos, empresarios y sindicalistas, así como medios de comunicación controlados por la oposición, han recibido a los oficiales disidentes como "héroes" pro-democracia que impulsarán la campaña para que el presidente renuncie.
Analistas aseguran que existe consenso en el pueblo venezolano en favor de un cambio democrático y pacífico por encima de la idea de un golpe o de un gobierno militar en la cuarta economía de América latina. "Hay algunos «locos», pero la gran mayoría parece ser pacífica y democrática", dijo Janet Kelly, una investigadora de la escuela caraqueña de administración IESA.
"Me da la impresión de que la fuerza armada no está interesada en tomar el poder", dijo Robert Bottome, de la publicación semanal VenEconomy. Los militares disidentes quieren que Chávez salga, pero "quieren que se haga a través de la Constitución", añadió.
Las armas constitucionales disponibles para sacar al presidente incluyen un enjuiciamiento por la Asamblea Nacional y el Tribunal Supremo o un referéndum, los cuales están siendo solicitados por la creciente oposición civil. Debido a la naturaleza hermética de la fuerza armada, nadie, ni siquiera el ministro de Defensa, sabe con exactitud cuántos otros disidentes "antichavistas" pueden llegar a surgir. "Estos muchachos están saliendo del cascarón", dijo Bottome, quien percibe signos de coordinación entre los militares rebeldes y los enemigos políticos de Chávez. "Los actos están orquestados", añadió.

Rey desnudo
Tanto los rebeldes como sus seguidores dicen que el descontento es más amplio y que incluye al ejército, donde Chávez ha ascendido a altos cargos a muchos ex compañeros. El general Guaicaipuro Lameda, recientemente remplazado de la presidencia de la compañía petrolera estatal PDVSA, acusó a los asesores económicos de Chávez de "traicionar al pueblo". Su petición de pasar a retiro le fue concedida.
Los críticos militares acusan a Chávez de "antipatriótico" y a su gobierno de una "tiranía de extrema izquierda". También lo culpan de involucrar a la fuerza armada en el debate político, de tejer vínculos con gobiernos no democráticos como el cubano y de simpatizar con la guerrilla de Colombia. "El presidente ya no tiene ni al pueblo ni al ejército con él. La debilidad está poniendo desnudo al rey", dijo Francisco Arias, un ex compañero de armas de Chávez que se pasó a la oposición. (Reuters)



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