Año CXXXV
 Nº 49.400
Rosario,
domingo  24 de
febrero de 2002
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Un adolescente denuncia que lo discriminaron en un boliche

"Chicos, ustedes pasen. Vos no, esperá a un costado". Esa fue la triste sorpresa que tuvo Juan cuando, el sábado 16, quiso ir a bailar al boliche La Roca, de Oroño y Salta. Inútil fue que el joven preguntara durante dos horas por qué no lo dejaban entrar. "Correte", "movete" y, al fin, "tomátelas" fueron las únicas respuestas que encontró.
Con este relato su mamá se presentó el miércoles pasado en el Centro de Asistencia a la Víctima de la Defensoría del Pueblo y luego golpeó las puertas de la delegación local del Instituto Nacional contra la Discriminación y la Xenofobia. "Decidí hacer la denuncia porque es totalmente injusto que chicos tan jóvenes reciban un trato así", aseguró la mujer.
Juan tiene 18 años, cursa el polimodal de la Técnica Nº7 y estudia inglés en un instituto privado. Vive con su mamá y su abuelo en una casa céntrica y está esperando terminar la escuela para conseguir un trabajo.
No era la primera vez que iba a bailar a La Roca. "El año pasado fui y no tuve ningún problema. Capaz que porque tenía una remera como esta", dice, mientras señala con la mano el cocodrilo de Lacoste estampado en su chomba. "Este fin de semana tenía una remera sin marca. A lo mejor fue eso lo que no les gustó", acota con timidez.
Y resalta el "a lo mejor" porque, en rigor, nunca supo lo que pasó ese sábado. "Primero le pregunté al patovica por qué no me dejaba entrar y sólo me contestó: «Correte». Después hablé con un boletero y me dijo que le preguntara a un tal Edgardo, que es el jefe de los patovicas. Ese me propuso que me moviera y esperara. Al rato, cuando volví a preguntar, me gritó: «Tomátelas»". Finalmente se acercó a una policía, quien le respondió que no podía hacer nada.
Tanto Juan como algunos chicos que lo acompañaban al boliche confiaron a La Capital que "a muchos pibes los separan de la fila para comprar la entrada y los dejan horas esperando en la puerta". Si bien a veces los dejan acceder, otras nunca logran sortear la puerta. "Encima en la boletería tienen un cartel que dice: «No a la discriminación». Pero parece que no saben leer", agregó con sorna Raúl, un compañero de escuela de Juan.
Desde el Centro de Asistencia a la Víctima de la Defensoría del Pueblo recordaron que estas situaciones están sancionadas en la ley antidiscriminación. Además, en Rosario rige desde 1990 la ordenanza Nº4.884 que establece que "quien arbitrariamente impida, obstruya, restrinja o, de algún modo, menoscabe el libre acceso de personas a locales donde se realizan espectáculos públicos podrá sufrir hasta la clausura".



Juan dice que el suyo no es un caso aislado en La Roca.
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