Año CXXXV
 Nº 49.400
Rosario,
domingo  24 de
febrero de 2002
Min 14º
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El cazador oculto: El destino de un hit descartable

Ricardo Luque

La televisión se pasó el verano detrás de las noticias. Y no es para menos, el torbellino político que envolvió al país obligó a que los canales se olvidaran por un tiempo de los programas light y centraran su interés en la actualidad. El rating reveló que la gente estaba preocupada más por mantenerse informada que por las olas y el viento. Pero la necesidad de las emisoras de seguir sus rutinas de producción hizo que, pese a todo, en la pantalla aparecieran los tradicionales programas que tienen como telón de fondo las doradas playas de Mar del Plata. Como era de esperar, no tuvieron el éxito que sus mentores anhelaban y, heridos de muerte por la coyuntura, fueron levantados como "La Feliz" o agonizaron lánguidamente como "Sentí el verano". El ciclo de entretenimientos que por Telefé animan los chicos de "Gran Hermano" puso en evidencia la fascinación que siente la televisión por el éxito instantáneo. Los protagonistas del reality show más popular de la última temporada lograron altísimas mediciones de audiencia dejando espiar sus vidas por las cámaras, una proeza que no pudieron repetir cuando probaron suerte en la animación. Los chicos son lindos, simpáticos y caraduras, cualidades que comparten con la mayoría de los presentadores que pueblan la pantalla vernácula, la gran diferencia es que no son profesionales y se nota. Basta verlos en acción para darse cuenta que, más allá del deseo de los gerentes de programación, su lugar no es la televisión. Son capaces de hacer cualquier cosa por prolongar lo máximo posible sus cinco minutos de fama, hasta de oficiar de "porristas" de los equipos que compiten en el programa. Sus sonrisas forzadas, la energía con que alientan a los participantes y su desesperación por demostrar sus habilidades no hacen más que subrayar la tontería en la que están envueltos por obra y gracia de su ambición y de la voracidad insaciable de la televisión. Su éxito, quedó demostrado, es descartable, tanto como los condones "Gran Hermano" que se venden en Brasil gracias al suceso que tuvo el reality show homónimo en el país hermano.


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