Año CXXXV
 Nº 49.399
Rosario,
sábado  23 de
febrero de 2002
Min 17º
Máx 27º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Panorama
El achicamiento de los gastos: ¿Para cuándo?

Susana Merlo

Mientras el sector privado sigue sin encontrar las fórmulas de acuerdo que limen las asperezas entre proveedores y productores, y tampoco puede definir totalmente el estado de sus deudas y por ende de sus posibilidades, porque el Banco Central (BCRA) continúa sin concretar las nuevas normativas que, aunque ya fueron adelantadas "de palabra", aún resta que aparezcan en la "letra" formal; cada día se asiste a una nueva señal de alerta, producto de las pulseadas de distintos sectores.
Así, las petroleras mantienen su posición de fuerza respecto a los aumentos en los combustibles, los exportadores siguen sin liquidar fluidamente divisas y esa fue una de las principales causas del fortalecimiento del dólar durante esta semana.
Las provincias siguen peleando por mantener su status quo y avanzar más sobre la coparticipación federal (ya consiguieron parte del impuesto al cheque), y el sector financiero continúa tratando de mantener sus beneficios anteriores, pero haciendo poco o ningún esfuerzo por adaptarse a las nuevas exigencias de la bancarización.
Mientras, nadie, comenzando por el propio gobierno, habla o encara medidas serias sobre el verdadero problema de fondo de toda esta situación (al margen, claro está, de algunas de las gastadas y fracasadas medidas que se están adoptando), y esto es: el sustancial achicamiento de los gastos.
Pareciera que, cual familia rica venida a menos, nadie quiere asumir que no es posible gastar lo que se gastaba, que no es posible mantener ciertos "lujos" y prebendas, y se pretende que el sector privado, que ya realizó sobradamente el ajuste, continúe "bancando" los gastos de los políticos y de sus estructuras partidarias. O sea, se pretende no pagarle el sueldo al mayordomo, pero no bajar la cuota de champaña o deshacerse del auto deportivo.
Lejos del achicamiento, real, el gobierno nacional reinstauró algunas áreas oficiales que habían sido disueltas por los más que transitorios presidentes de fines del año pasado y, además, creó otras nuevas, como el crecientemente controvertido Ministerio de la Producción.
Nadie seriamente puede creer que el achicamiento de la política propuesto desde la órbita oficial alcance efectivamente para ir subsanando el nivel de deterioro que alcanzó el país. Más vale, sólo parece una cosmética que enmascara -y protege- el mantenimiento de los verdaderos y grandes gastos. Por ejemplo, poco o nada se avanza, con el tope de tres mil pesos de remuneración para los cargos públicos de alto rango, ya que eso solo lo pueden aceptar los profesionales no muy destacados o los que piensan completar sueldo de otras formas mucho menos ortodoxas.Lo mismo ocurre con los celulares, autos oficiales, etcétera. Si bien todo suma, nada de esto constituye la crema de la cosa. Mientras, se sigue con infinidad de abultados y poco o nada transparentes gastos, partidas para sectores, beneficios a la dirigencia gremial, cantidad de contratos con fondos internacionales (que suman a la ampliación de la deuda externa), y sobre los que pocos conocen y nadie habla.
Naturalmente esto incluye a Agricultura que sigue sin estar ocupado oficialmente aún, dado que el funcionario propuesto no asumió a pesar de que el gobierno ya cumplió 50 días de gestión, y que otros, como el reciente cargo de Secretaría de Energía, se cubrió en menos de seis horas entre la propuesta y la asunción.
En el campo, si bien los reclamos cada vez son más variados y la mayoría justificados, no se escucha sin embargo, exigir la normalización de esta área estratégica, no sólo para el sector sino más todavía para el país.
Así las cosas, el campo teme volver a ser el pato de la boda que tenga que afrontar -aunque ya no se sabe con qué- el pago, vía más impuestos, de déficit y gastos que no sirven para poner la máquina productiva en movimiento y sólo aportan para el mantenimiento de ineficientes estructuras oficiales, tanto en la órbita de la Nación, como en las provincias y en los municipios.


Diario La Capital todos los derechos reservados