Año CXXXV
 Nº 49.379
Rosario,
domingo  03 de
febrero de 2002
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La crisis. La licuación de los depósitos condena también al sector productivo
Opinión: Sin ahorro, se paraliza la inversión

Juan Carlos Cagnoli (*)

Uno de los postulados básicos de la economía indica que el ahorro es igual a la inversión. La licuación de los ahorros privados condena a los sectores productivos a postergar indefinidamente las necesarias inversiones para incrementar, e incluso mantener, las empresas en funcionamiento.
Tradicionalmente, las economías domésticas (familias) van acumulando excedentes de lo que producen, atesorando los mismos bajo diferentes formas, para aplicarlos al consumo en un futuro. Dichos excedentes reciben el nombre de ahorros. Paralelamente, los empresarios requieren de ingentes recursos para ser aplicados a la producción en sus diferentes formas, eso es inversión.
En la mayor parte de los casos, las empresas no cuentan con la totalidad de los fondos necesarios para el desarrollo de sus actividades, y consecuentemente se ven en la necesidad de contar con los "ahorros" de terceros para el cumplimiento de sus fines.
Es en este punto donde interviene activamente el sistema financiero (los bancos), ya que tal como expresamos, no necesariamente coinciden en la misma persona quien dispone de ahorros líquidos, con quien dispone de una oportunidad y/o necesidad de inversión, y los bancos constituyen el nexo entre ambos.
La sociedad argentina se encuentra convulsionada por dos hechos determinantes:
* El denominado "corralito", hecho ante el cual la clase media advierte que se ve empobrecida repentinamente, pesificación mediante de sus ahorros.
* La declaración de no pago de las obligaciones contraídas en bonos por el Estado nacional, transformando a familias solventes en tenedores de papel sin valor.

En ambos casos, la consecuencia de dichas medidas, castigan directamente al ahorro privado. La violación de los derechos de propiedad de los depositantes y tenedores legítimos de bonos del Estado no sólo compromete sus patrimonios sino que desvirtúa el sistema bancario y expone con crudeza una fabulosa e inmoral transferencia de riqueza de ahorristas hacia los deudores, bancos y Estado.
Sin embargo, y sin menospreciar ni subestimar el drama por el que atraviesan las víctimas del corralito, y los vapuleados tenedores de bonos, nadie parece advertir que se está gestando un problema de dimensiones mucho mayores que la inmoral incautación de riqueza que padecen los ahorristas.
Se está escribiendo la crónica de la muerte anunciada del ahorro como institución, y como consecuencia la virtual paralización de sectores que requieren de recursos para su desarrollo.
Quien vive de rentas no es un parásito. De hecho, sus ahorros están siendo remunerados por alguien que los necesita para producir. La economía de una Nación requiere de los ahorros de las familias para financiar sus inversiones pero los mismos han sido inmovilizados, incautados y devaluados, por lo tanto las empresas no cuentan con los recursos crediticios ni de capital necesarios para operar, lo que deriva en una espiral descendente en el circuito de inversiones privadas. Hoy las empresas necesitan más que nunca contar con capital de trabajo, y sectores industriales completos se encuentran paralizados, o reducidos a su mínima expresión. Solamente pueden ser puestos en marcha nuevamente mediante la inyección de capitales, que tal como vemos no están disponibles en la Argentina de Eduardo Duhalde.
El no pago de la deuda pública no es algo para festejar, de hecho compromete dramáticamente el futuro del sistema bancario, empobrece a los tenedores de bonos que financiaron al Estado, pone en grave peligro la jubilación futura de millones de argentinos y limita las posibilidades de acceso a miles de millones de dólares que podrían financiar el Crecimiento de nuestra economía.
No es necesario destrabar el corralito y pagar la deuda interna sólo porque hay legítimos acreedores con derechos violados, es necesario hacerlo también para recrear el circuito ahorro - inversión.
Es hora de impulsar con seriedad la inversión privada. El rescate de bonos del Estado con moneda nacional para realizar salvatajes puntuales de industrias exportadoras y/o mano de obra intensiva, mediante capitalización, es una oportunidad concreta e impostergable.
No hablamos de incurrir en subsidios que incrementan el déficit presupuestario, ni en una emisión monetaria irresponsable, hablamos de honrar los compromisos legítimos del Estado, mediante un mecanismo transparente y medido.
Hay industrias completas con oportunidades fabulosas de expansión incluso a niveles internacionales (frigoríficos, lácteos, etc.) hoy virtualmente inhibidos de expandirse o siquiera de mantener las fuentes de trabajo por falta de crédito bancario o capitales de riesgo.
La solución no pasa por evitar cacerolazos de ahorristas y acreedores, pasa por recuperar capitales genuinos que financien la expansión de industrias dinámicas, y aunque los políticos no entienden, el tiempo y las oportunidades, como la paciencia, también se terminan.
(*) Economista


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