Año CXXXV
 Nº 49.358
Rosario,
domingo  13 de
enero de 2002
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Salta: Pasión por lo autoctono
En medio de los cerros se levanta la capital provincial, salpicada de recuerdos ancestrales y tradiciones folclóricas

Salta es una ciudad que despierta pasión por lo antiguo, por lo colonial. Recorrerla es encontrarse sumergido en un mundo totalmente distinto al que estamos acostumbrados.
El centro histórico se construyó alrededor de la plaza 9 de julio, donde se destaca el monumento a Hernando de Lerma, fundador de la ciudad. En las cuadras que circundan la plaza se levanta el cabildo, donde hoy funciona el Museo de la Ciudad y la catedral que alberga las imágenes del Señor y de la Virgen del Milagro, patronos de la ciudad, además de los restos y pertenencias del héroe gaucho Martín Miguel de Güemes, y la municipalidad.
En esta misma zona impacta con su presencia la iglesia San Francisco, resaltante por sus colores fuertes y su torre, la más alta de Sudamérica, sin quitarle importancia al interior del templo. Lo más agradable a los ojos, el jardín cubierto por hortensias de todos colores.
El convento de San Bernardo es un lugar donde funcionaba un hospital atendido por las Carmelitas Descalzas, grupo de monjas conocidas en la zona por su inmensa labor social. No nos olvidemos que este cuadro lo termina de pintar el cerro San Bernardo, que se asoma con su verde esplendoroso a sus espaldas.
En el Paseo Güemes se encuentran casas de arquitectura desafiante. Predominan cerámicos azules, rejas negras, paredes pintadas de blanco y casi todas tienen una imagen religiosa en el palier.
A su término se levanta el monumento a Güemes. Desde allí se asciende, por escaleras de piedras, al cerro San Bernardo. Otra opción es el teleférico, un cubículo donde entran 3 ó 4 personas. El cerro es un lugar que merece su debida atención porque desde cada rinconcito de la pasarela se observa un espectáculo distinto, no solamente de la ciudad sino de una naturaleza y cielos admirables.
No hay que olvidar el Mercado Artesanal, donde se exhiben artículos típicos, como ponchos salteños, prendas en lana de vicuña y alpaca, mates, pulseras, alhajeritos, ceniceros en plata, adornos de todo tipo y material, bolsos y carteras, y los más exquisitos dulces de cayote, zapallitos en almíbar, bombones de cayote y nueces, quesillo, alfeñiques y miles de productos imperdibles. Además de la oferta comercial el mercado cuenta con una galería de techos altos y pisos de ladrillo, donde se disfruta de una frescura exquisita.
Por las calles salteñas se pasean los vendedores ambulantes con sus minipuestos de mercaderías, ofreciendo desde curitas hasta mentisan, una pomada que sirve para inhalar cuando aparece el resfrío, o para cicatrizar una lastimadura. Es también notorio el número de personas, grandes y jóvenes que circulan en bicicleta.
En cuanto a la gastronomía, el plato típico de Salta son los tamales, humitas y empanadas, acompañadas de un buen vino tinto, en un lugar característico de la ciudad. En éstos no faltan animadores que brindan un espectáculo divertidísimo con recitados y guitarra.
Para los jóvenes la zona ideal es la de Balcarce y Entre Ríos, donde se encuentran pubs, que generalmente brindan un espectáculo distinto cada noche, con diferentes grupos de música alternativa. Además diferentes atracciones se ofrecen en los sitios donde puede degustarse desde una pizza hasta una buena comida a la carta.

Shopping
Para hacer shopping, la cita es en Los Altos del Noa, una galería moderna donde se encuentran locales de las grandes marcas de modas, peluquerías, cafés, lugares para comer, cines y mucho más.
Entre los sitios imperdibles de la ciudad se cuentan la plaza 9 de julio, el parque San Martín y la plaza Belgrano. El clima es agradable, las lluvias escasas, el calor soportable y siempre hay un vientito suave que refresca.
Salta, una ciudad que ofrece de todo, impregnada de folclore, no sólo por su música sino por sus creencias, su construcción, su gente y su paisaje.



Vista panorámica de la capital provincial.
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