Año CXXXV
 Nº 49.339
Rosario,
domingo  23 de
diciembre de 2001
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Nuevas tendencias
Viajes personalizados
Se propone jugar al polo en estancias bonaerenses o pescar en los ríos de Ushuaia

Corina Canale

Mientras la condesa miraba por primera vez el país de las pampas largas, su anfitrión desistió de preguntarle cómo había nacido en ella la pasión por el polo. Se habían vinculado electrónicamente y por ese medio la mujer pidió que durante diez días la estancia bonaerense fuera sólo para ella.
En Ezeiza, Guillermo Cristián van Waalwijk van Doorn recibió a una mujer holandesa, ejecutiva en un organismo internacional, que venía a cumplir un sueño: aprender a jugar al polo.
Durante un par de días la condesa Marianne van Kerssen cabalgó la tierra de los gauchos, vistió holgada ropa de campo, se animó al mate en rueda de peones y comió asado con cuero. Tampoco le escapó a los trabajos diarios de la estancia, colaborando con el ordeñe y mirando de soslayo el capado de los animales.
Guillermo reforzó su teoría de que los extranjeros sólo buscan "un baño limpio, toallas mullidas y una buena cama, y que no los asusta levantarse al alba ni dormir en los puestos".
Claro que a la noche, durante la cena, en las mesas de las estancias argentinas las comidas más simples se sirven en platos de porcelana inglesa, con copas de cristal y luz de velas.
El organizador de estos viajes "a medida" nació en Salta, de padre holandés y madre de la tradicional familia salteña Arias. Desde hace muchos años, con el auge del turismo rural, recibe grupos de turistas extranjeros y de todo el país, a quienes inicia en polo, golf y tenis, y acompaña en excursiones de caza y pesca.
"Jugar al polo es cosa de dos", le dijo el instructor a la condesa acariciando el pelaje del caballo. Después le enseñó a bañarlo y ensillarlo. "Es necesario crear un vínculo", agregó.
"Hay ciertos códigos a seguir, como no acercarse nunca al caballo con las manos levantadas, tampoco de frente, lo mejor es llegarle medio sesgado, soplarle la cara, tocarlo de a poco, dejar que él se acerque y olfatee". Después vienen las caricias. Recién entonces el instructor y la dama recorrieron la cancha de polo de la estancia Tres de Febrero, en Coronel Dorrego.
Allí la condesa aprendió a tomar el taco con la mano derecha, a sentir su peso y a balancearlo. Y después a pararse sobre los estribos, una técnica que define al polo argentino, el mejor del mundo, y encontrar el movimiento adecuado para golpear la bocha.
Los jugadores, los petiseros, los caballos, una simbiosis perfecta. "Falta el público", pensó el instructor, que no es un profesional sino un hombre de campo que enseña el polo de campo. "Una semana, se dijo, basta para disfrutar de este deporte".
Marianne nunca jugará mejor de lo que juega; pero cada año regresará al lejano país. Como vienen desde Kansas los banqueros Francis y Ludovico, que en Ezeiza abordan un avión privado hasta Ushuaia, la ciudad fueguina de ríos claros y truchas plateadas.
Para ellos los extendidos campos de la estancia María Behety, de la legendaria familia Menéndez Behety, es una comarca conocida. Ya no se asombran ante los enormes galpones de esquila que fueron los más grandes de la Patagonia.
En los fogones escucharon las aventuras de Butch Cassidy, en tiempos de la ley seca, y comieron el fruto violáceo y dulzón del calafate, que siempre los devolverá a la Patagonia austral.
Se meten en los ríos que atraviesan la estancia para practicar lanzamientos en las modalidades spinning y fly cast, pesca con mosca, y hablan con el guía de cucharas giratorias, de cómo recuperarlas con tirones suaves y desiguales, de las ventajas de un reel frontal.
Las truchas que capturan pesan entre 6 y 7 kilos y son piezas que hay que devolver al agua; saben que sólo tienen derecho a una y saben que cada año el guía descubre para ellos nuevos pesqueros.
También los cazadores tienen que respetar ciertos códigos en la Estancia Tres de Febrero, que tiene un coto privado donde se caza todo el año. "Nunca hembras ni ejemplares jóvenes", enfatizó Guillermo.
"Se caza porque el cazador quiere el trofeo, quiere la cornamenta, y si una de dieciseis puntas es la soñada, una de doce es la posible. La primera salida, siempre avanzando en contra del viento, sirve para identificar la presa, para decir es ese".
"Después los peones estudian la pisada y saben cuánto hace que el ciervo pasó y hacia donde va. También los árboles, donde afilan la cornamenta, muestran heridas que guían a los cazadores".
"Y cuando al fin el ciervo elegido está cerca es preciso que un sólo tiro, que entra por la paleta y va derecho al corazón, lo mate en el acto. Si sólo lo hiere, el cazador que es profesional lo sigue y lo mata".
Mucho más relajadas son las cabalgatas por la estancia "La Granadilla", el establecimiento de campo de Ignacio Inaudi que está a media hora del aeropuerto de Córdoba. "Recorremos la Pampa de Achala y llegamos hasta el cerro Champaquí, un lugar especial para armar el campamento", cuenta el guía.
Dice que "estos paseos son de entre 3 y 5 días, porque vamos parando en casa de los puesteros, que nos esperan con chivitos asados a la leña. Son itinerarios que se convierten en muy buenas experiencias familiares porque todo se comparte".
Los viajes "a medida" abarcan, entre otras muchas, las estancias El Cerrito y Las Margaritas, de Victoria, Entre Ríos; El Vigilante, de Concepción del Uruguay, y Ramón y María, de Roberts, partido bonaerense de Lincoln.
En la estancia Ramón y María, campos que el guía ama profundamente, hay dos tambos modelo y un haras de caballos deportivos. Allí Guillermo organiza cacerías de patos y faisanes, y enseña a jugar tenis y golf en canchas cercanas.



La pesca es una de las alternativas de Ushuaia.
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