Año CXXXV
 Nº 49.337
Rosario,
viernes  21 de
diciembre de 2001
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cartas
Lennon en el cielo con diamantes

Hace exactamente 21 años, cuatro disparos hacían trizas el sueño de millones de personas alrededor del mundo. La ilusión de ver nuevamente reunida a la banda más grande de todos los tiempos se desangraba junto al cuerpo de John Lennon, a escasos metros del Central Park. El fanático, quien luego se haría llamar por su primero y segundo nombres, como todos los asesinos ilustres, solicitó a John un autógrafo y acto seguido lo acribilló con un calibre 38 en plena ciudad de Nueva York. Las palomas del edificio Dakota se elevaron al cielo espantadas por el estruendo. A partir de allí, los satélites hicieron el resto. El mundo entero se envolvió en un silencio de congoja, sólo alterado por los acordes de "Imagine", que no cesaba de salir al aire. Fue el 8 de diciembre de 1980, la fecha oficial del deceso de aquella legendaria banda, la más grande de todos los tiempos, les guste a muchos o no. Los Beatles, y en particular Lennon, su genio creador, representaron para toda una generación, y por qué no para las venideras, lo mejor que el ser humano puede dar de sí: el desenfado, la rebelión, la alegría. Crearon una verdadera revolución, compartiendo la ola con personajes como Martin Luther King o el Che Guevara. Y sin dudas también representaron la máxima expresión de la estética, el talento y la creatividad. Obras como "La banda de corazones solitarios del sargento Pepper", de 1967, abisagraron para siempre la historia de la música, con canciones como "Lucy en el cielo con diamantes", o "Un día en la vida". Resulta imposible escapar a la nostalgia, reavivada día a día por aquellas pistas que no dejan de sonar, y que sin dudas mantienen una enorme vigencia a pesar del tiempo. A 21 años de la muerte de Lennon, y a pocos días de que la vida nos dejara huérfanos de otro beatle, quizás valga la pena explicar a nuestros hijos o hermanos menores por qué aún arden velas en su memoria. Con el trono vacante, sin postulantes a la vista, y desde su lugar, donde quiera que esté, sigue trazando caminos.
Gustavo Boschetti


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