Año CXXXV
 Nº 49.335
Rosario,
miércoles  19 de
diciembre de 2001
Min 20º
Máx 33º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





cartas
Los costos del posgrado

El 12 de diciembre se publicó una carta dirigida a la decana de la Facultad de Ciencias Médicas y a la opinión pública por un grupo de residentes de diferentes hospitales públicos. El contenido de la misma, escrita con pasión, dice verdades que comparto, pero traduce conceptos que a mi juicio confunden, en especial a la opinión pública. Es verdad que el trabajo de los médicos incorporados a las residencias se ha incrementado en los últimos años, que cumplen funciones que debieran cumplir médicos del staff, cuyos cargos ya no existen, y que han dejado de percibir aportes jubilatorios y antigüedad. Sin embargo, estas decisiones no dependen de las autoridades de la facultad, sino de la reducción del presupuesto universitario, que ha generado recortes obligados como el cambio de la figura del residente por la del becario. Este último no percibe haber jubilatorio ni aporta antigüedad. El mensaje es confuso y no aclara que las residencias médicas creadas como sistemas de enseñanza de posgrado permitían un entrenamiento que era útil para la formación del graduado, pero no otorgaban título alguno. Al concluir ésta, luego de rendir un examen, el médico recibía un título no universitario que servía para el ejercicio de la profesión solamente en aquella jurisdicción que el Colegio Médico reconocía. Además sus sueños de especialización no le eran reconocidos fuera del país, precisamente porque su título no era universitario. Con la reforma de la ley general de educación son las universidades las que otorgan los títulos de especialistas como ocurre en el resto del mundo. Este tiene validez en todo el país y es considerado en el extranjero. Esta modificación era en la Argentina una asignatura pendiente. Los costos que se generan en las escuelas de posgrado no pueden ser subvencionados por las universidades. No lo son en el resto del mundo, sería ingenuo pensar que en la Argentina las universidades pudieran costear a los alumnos sus posgrados. En la Facultad de Medicina como en otras de la UNR funcionan carreras de posgrado cuyos alumnos desde hace años pagan arancel. Los residentes de ayer, hoy becarios de carreras, deberán comprender que como alumnos de posgrado de cualquier universidad tendrán que pagar su capacitación. Los que perciben salario del hospital donde realizan su práctica (becarios rentados) son los más beneficiados, ya que su condición es diferente a la de otros alumnos de carreras de especialización. El resto debe costear su posgrado trabajando fuera del sitio del cual se capacitan, las más de las veces ejerciendo actividades que nada tienen que ver con su formación. Como director de una carrera de posgrado comparto la preocupación de los firmantes por la formación de recursos humanos, pero desearía que quienes se oponen al arancelamiento orienten también sus exigencias a mejorar la calidad de la enseñanza de posgrado. Esta deberá ser eficiente con contenidos y prácticas de excelencia, de esta forma la inversión que significa su cursado está justificada por la formación del egresado. Si el posgrado no es eficiente, hasta la gratuidad resulta cara. Quien trabaja en la docencia de posgrado en medicina sabe que es imposible sin recursos económicos mantener un nivel excelencia en la enseñanza. Quien sostiene lo contrario, no hace docencia o no tiene interés en que ésta sea eficiente.
Doctor Hugo Tanno, profesor de Gastroenterología, UNR


Diario La Capital todos los derechos reservados