Año CXXXV
 Nº 49.334
Rosario,
martes  18 de
diciembre de 2001
Min 17º
Máx 33º
 
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cartas
Me cantaron las cuarenta

El título viene a colación para reflejar lo que siento (seguramente que muchos me acompañarán en el sentimiento), teniendo 40 años y habiendo querido, y mucho, no fue posible. Nacido en los sesenta y arrullado con música de los Beatles, criado en familia, en un buen hogar y educado por mis padres y mis maestros de la mejor manera; aquella que nos enseñaba a soñar y a construir nuestro futuro basado en el esfuerzo, la honestidad, la buena convivencia y el amor a la patria que nunca faltó. Pero, a medida que pasaba el tiempo las cosas no salían como las planeamos. A los once, doce o quince años, todo lo fuimos postergando siempre, y al llegar esta época del año repetíamos: "bueno, el año que viene será mejor". Y eso nunca llega, y así se nos va la vida. Primero, la dictadura de los años 70, que nos cortó de plano la posibilidad de vivir nuestros mejores años de formación ética, académica y espiritual en un ambiente lógico y "sensible" a nuestra edad; por el contrario, éramos al menos "sospechosos" de conspirar contra la patria y pasibles de transformarnos en un desaparecido más. Este ciclo se cierra con la guerra de las Malvinas, que en lo personal me tocó vivir justo a los veinte cuando más buscaba mi lugar en el mundo y mi misión como persona y ciudadano pero no para enfrentar la muerte y el espanto. Claro, luego recuperamos la democracia, bienvenida sea, aunque no supiéramos administrarla ni defenderla; entonces padecemos una seguidilla de desaciertos y actos de corrupción de parte de nuestros políticos, que terminan entregando a nuestro país, hoy empobrecido de cuerpo y alma y con un pueblo diezmado en su capacidad de seguir soñando como en los sesenta. Y aquí estamos, en lugar de acostarme cada noche cansado de hacer y de construir, ya casi no duermo. En lugar de compartir con mis hijos un proyecto que realizaremos juntos, sólo trato de darles explicaciones (que no alcanzan) de lo que está pasando. En lugar de tener un espacio de tiempo durante el día para seguir escuchando a los Beatles o compartir la niñez de mis hijos, corro detrás de no sé qué y no sé hasta cuándo; y en eso, me cantaron las cuarenta, tengo 40 y nada.
Hernán D. Belgrano


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