Año CXXXV
 Nº 49.331
Rosario,
sábado  15 de
diciembre de 2001
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Crónicas de la malaria

Para algunos productores del sur santafesino, las medidas del pasado 3 de diciembre son un catalizador para la caída libre de sus explotaciones, para otros, las penurias arrancaron unos meses atrás, y no falta quien mira la crisis como un reto para el sistema productivo del campo.
Carlos Borrelo califica al momento actual como de asfixia financiera para productores y contratistas. La operatoria bancaria pasó a ser recuerdo porque los bancos no compran cheques y no hay descubiertos. Si a esto se agregan las limitaciones para la disponibilidad del efectivo, la cadena de pagos ya no está rota, sino desaparecida. Tampoco hay efectivo para saldar las obligaciones a trabajadores rurales que cobran todo o parte de su sueldo en negro.
Los valijeros también están en vías de extinción, por falta de efectivo. Todo un golpe a la comercialización en negro que beneficiaba a grandes organizaciones que operaban al margen de la ley pero que también significaba una de las pocas posibilidades de los productores chicos para hacerse de efectivo.
La crisis se generaliza. "Para el productor chico o mediano, hoy es imposible vender y cargar granos al puerto para obtener dinero", se lamentaron los hombres de campo que además, ven como se acortaron en forma drástica los plazos de pago del gasoil. De 30 días los plazos ya están en diez y con un aviso intranquilizador, en los próximos días las operaciones serán únicamente al contado.
El tema de la falta de efectivo en el campo también se traduce en penurias para los camioneros que llegan desde otras zonas para trabajar en la cosecha. Sólo se les provee de gasoil para viajar pero casi no tienen efectivo y a veces hasta les resulta difícil llegar al lugar de origen por falta de medios.
Acostumbrados a lidiar con el agua, en el sur santafesino hay ahora una preocupación mayor. "Qué equivocados estábamos cuando nos parecía que el problema a solucionar sólo eran las inundaciones", enfatizaron. Para la gente del lugar, la dirigencia política demostró que ser mucho más dañina, peligrosa e imprevisible que la propia naturaleza. "Sólo les preocupa lo suyo", acotaron.
Para Julián Chipoloni, con la asunción del ministro Domingo Cavallo se había augurado un balance levemente positivo para el campo, debido a la devaluación encubierta y a la eliminación del impuesto a la ganancia presunta. En contra de las expectativas, se anotó el aumento en el precio del gasoil, si bien podía descontarse del IVA y del Impuesto a las Ganancias.
Hoy, los pequeños y medianos productores necesitan financiamiento a través del Banco de la Nación y la refinanciación de sus pasivos. Además, necesitan disminuir los costos de los servicios y de los impuestos. Las demandas se completan con la creación de un instituto de Desarrollo Rural, políticas antimonopolio y que el sector agropecuario no dependa del Ministerio de Economía.
"Quedó claro que las últimas medidas son de corte netamente recesivo, y que no resultan favorables para el agro ni para ningún tipo de producción, porque fueron pensaron para salvar al sistema financiero en base a una restricción monetaria que afecta la disponibilidad de dinero, los créditos y la financiación", argumentó.
Para Juan Carlos Gabrich, hoy en la Argentina, producir dejó de ser un negocio y pasó a ser un sentimiento. "A pesar de luchar contra el mercado, las políticas equivocadas y el clima el campo tiene salida", enunciaron.
"Es vital tener un parámetro cierto en la rentabilidad del sector, y nunca tener tasas que la superen, como las llamadas blandas, a un 13 ó 14%, porque el que las toma se funde", explicaron.

Silvia Carafa


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