Año CXXXV
 Nº 49.328
Rosario,
miércoles  12 de
diciembre de 2001
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Más resignación que nerviosismo en la city local
Se registró menos afluencia de público en los bancos que en jornadas anteriores pero no cesan las complicaciones

Daniel Leñini

Las colas en los bancos de la plaza local se acortaron un poco ayer con relación a días atrás en una jornada en la que sobresalió la resignación de la gente por sobre el nerviosismo.
Por otra parte, ayer se comenzaron a conocer algunas cifras sobre las cajas de ahorro abiertas desde las medidas de Domingo Cavallo: 5.400 en las sucursales rosarinas del Banco de Santa Fe, 1.700 en la sucursal centro del Banco Nación (cruce de peatonales) y 700 en el Suquía de calle Santa Fe casi Entre Ríos.
"Cincuenta años de trabajo en Fabricaciones Militares, un plazo fijo de 64 mil pesos y ahora quedo así, a los 70 años: en bola y sin documentos", declaró un jubilado sin medir sus palabras frente al cronista. Sin dudas, los ahorros inmovilizados parecían preocuparle más que la cola de hora y media que llevaba en el Banco Nación: eran las 12, iban por el número 138 y el hombre tenía el 215.
Lejos del rostro adusto, tres docentes retiradas hablan, muy animadas, en la esquina del Bisel de Mitre y Santa Fe. "Tenemos al mejor gobernador de la Argentina", exclaman María Peire, Marina Suvirá y Velia Sarasibar. "Cobramos la jubilación sin ningún problema, hoy, en el primer turno", se explayó una de ellas.
A paso rápido, el abogado laboralista, José Testone, se acerca al grupo de mujeres para quejarse: "Las transferencias interbancarias están entre las 72 y 96 horas pese a que dijeron que no iban a superar las 48. Varios clientes míos pagaron el jueves créditos hipotecarios por transferencia y hoy (por ayer) recibieron el llamado del banco para que salden. Tiene que actuar Llamarada De la Rúa", dijo en alusión al hombre que apaga incendios.
"Lo hice a tiempo y lo hice bien", confesó satisfecho el doctor Ricardo D. frente al Banco Municipal; luego develó: "Tenía dos cuentas, una en el Galicia y otra en el HSBC; y desde las medidas abrí tres más: a nombre mío, de mi mujer y mi hija, con el número de documento. Así, con cinco cuentas, más las operaciones que permite la tarjeta de crédito y nadie sabe aplicar, hago las transferencias de una a otra y retiraré mil pesos de cada una por mes". Qué tal. Otra demostración del ingenio argentino para enfrentar las pálidas.
Daniel Cossio, escribano, ex juez de faltas, trinaba: "Qué mansa que es la gente, por Dios; cómo aceptamos todos, calladitos, que nos coarten la libertad y el manejo del dinero. Tenemos los gobernantes que merecemos".
Otro que quedó con algo más que el valor de un departamento retenido en plazo fijo fue Juan Raúl Castaño, jubilado, que en la cola del Nación exclamó: "Las sillas que hoy pusieron al público fue gracias a mí, que le reclamé al gerente el lunes -asegura-. Quedé frito con las medidas: todos los ahorros de 30 años de trabajo en Somisa ahora son cartón pintado".


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