Año CXXXV
 Nº 49.328
Rosario,
miércoles  12 de
diciembre de 2001
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Música terapeútica
Es posible pensar una salud que supere la idea de la falta de enfermedad

El conocimiento en las ciencias de la salud colocó al saber científico y al poseedor del mismo, en espacios donde el paradigma saber-poder cada vez es más fuerte. Uno de los aspectos de esa concepción es la de pensar que el individuo está sano mientras no está enfermo. Este pensamiento, lejos de ser un juego de palabras, es espíritu corriente de los hacedores de la salud individual y comunitaria.
Así, la salud se entiende como un hecho otorgado y no como un bien a adquirir. Mientras los tiempos corrían estables en el mundo y en el país, la idea pudo sostenerse; pero ante un sistema que colapsa y que ya no puede soportar sus propios principios, surge la idea de las alternativas.
La propuesta es la de pensar una salud que supere a la idea de la falta de enfermedad. Una salud integrada a una conciencia comunitaria, pero que se forja justamente, en la recuperación de las subjetividades.
La musicoterapia se presenta en el ámbito de la salud como un pensar terapéutico cuya estética es la de un sujeto con espacio y permiso para la producción y sus variantes, como dinámica natural para la recuperación de su propia subjetividad.
Por esto la musicoterapia como conocimiento y práctica terapéutica centra su accionar en la formulación de otra opción de sujeto de la que la cultura de la modernidad propone indefinidamente. Cultura del exceso del tener, del acumular, de acrecentar contrapuesta a estrategias de pensamientos, acciones: el lenguaje entendido como búsqueda permanente de alternancias.
Es simplemente la forma de lo que todos podemos observar y vivenciar en hechos tan comunes como un espectáculo musical popular, extendido desde una práctica terapéutica en un consultorio a una estrategia de trabajo preventivo-comunitario.
Entre estos ámbitos tan disímiles en espacio, como comunes en posibilidades de reconocimiento, existe la propuesta de un sujeto que pueda recuperar los perfiles de su ser y hacer. Recuperar esta posibilidad de la propia diferencia, inclusive a veces, del mandato cultural.
La vivencia del arte, en manos de un profesional preparado como un musicoterapeuta, nos presenta una salud:
* No sólo individual sino también social,
* No del tener como verdad sino la de ser desde la subjetividad,
* No la de la respuesta ya otorgada sino la de la pregunta fundada: es decir, una salud que recupere la ilusión subjetiva en un tramado socio-cultural.

Segunda oportunidad
Las alternativas parecen indicar una segunda oportunidad de algo. Pero cuando el planteo hace referencia a pensar recursos no solamente científicos, sino también humanos, estamos hablando de una instancia original; del hombre en búsqueda de aquello que lo pone bien, que le permite un mejor vivir.
Y este tipo de ideas, son las que con el tiempo pueden ser tomadas por el hombre en pos de la formulación de los principios de una disciplina terapéutica o del desarrollo de un conocimiento científico.
El arte ha acompañado al hombre desde su nacimiento en el mundo, con el objeto de otorgarle sentido a lo propio. Su dinámica -sobre todo la de la música- actúa en todos los planos de la expresividad humana: la corporal, la afectiva, la intelectual, la social y la espiritual.
Pero si bien, desde lo pragmático es reconocido que la experiencia con el arte nos beneficia, es difícil -a partir de paradigmas reinantes- reconocer este saber-actuar, como posibilidad científica de salud.
Y esto quizás sea por la imposibilidad de pensar un saber científico-terapéutico, que se formule a partir del lenguaje del arte, con la forma de conocer que la ciencia tiene hoy día. Forma que ha sido ya muy criticada por los beneficiarios y que ha dado por resultado una queja por todos conocida: la de una práctica médica que se coloca antes a sí misma que a los intereses del paciente
Los procesos socio-culturales, cada vez con mayor influencia en las conductas humanas, devienen cada vez más agresivos sobre el hombre -utilizando como vehículo el paradigma del éxito y de la copia- y esto también implica la necesidad de políticas y acciones que piensen mayormente en un sujeto inmerso en proyecciones comunitarias.
Entonces la pregunta versa sobre si la cultura del hombre ha respetado la naturaleza propia del hombre. Quizás sea que ciertos actores de la cultura han manipulado a la cultura y han querido hacernos creer que determinados pensamientos pertenecen a nuestra cultura. Pensamientos extraños a una visión objetiva, pero que de tanto recibirlos nos parecen importantes y propios.
Y el que paga es el sujeto, que quizás sin percibirlo, recibe en esta situación un ataque frontal a su subjetividad. El conocido "pensamiento único" es un ejemplo paradigmático de esta situación.

Gustavo Gauna
Presidente Asociación
de Musicoterapeutas
de la República Argentina



El arte acompaña al hombre desde los orígenes.
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