Año CXXXV
 Nº 49.328
Rosario,
miércoles  12 de
diciembre de 2001
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Interiores: Vacaciones
Por Jorge Luis Besso

Nada más esperado y más soñado que las vacaciones, pues tanto el espacio como el tiempo son distintos, lo que nos permite ilusionarnos con que somos otro. En este sentido las vacaciones son, en primer lugar, de nosotros mismos, que abandonamos miserias y limitaciones en una expansión del yo que al levantarse en un paisaje diferente imagina y planifica hacer todo lo que no hizo durante el año en materia de placeres y descansos.
Hay un clásico objetivo a lograr en vacaciones y es "ponerse al día", ya sea con respecto a comidas, lecturas, paseos o despliegues eróticos que durante el año están, o ocultos o dormidos en los infinitos pliegues de nuestro ser.
También es cierto que las vacaciones permiten que los otros descansen de nosotros, ya que durante un tiempo les ahorraremos nuestra presencia, lo que probablemente permita renovar la comunicación o profundizar la incomunicación en el reencuentro tan temido.
Con todo, lo más difícil para vacacionar es liberarnos de la neurosis personal, y sin embargo está probablemente entre los mayores objetivos y entre los mayores propósitos, razón por la cual las vacaciones suelen tener un sentido terapéutico: desenchufarse, comer sin nervios, dormir sin sobresaltos, esto es, desconectarse del estrés, lo que de todas maneras no es tan fácil.
Más que nada por que es imposible dejarse el inconsciente en el placar, o en el lavadero, pues esa mochila oculta y virtual tiene la manía de no desprenderse, con lo cual es más que difícil sacudirlo y más bien hay que agradecer que él no nos sacuda con una pesadilla más que inoportuna.
Las vacaciones son un pariente lejano de los fines de semana, ambos constituyen una pantalla donde proyectamos una película que no es exactamente la misma que vemos antes y después de que efectivamente transcurran, con lo que los balances no siempre son favorables pues expectativas y resultados juegan un partido aparte donde rara vez los resultados superan a las expectativas.
Lo contrario es un poco más frecuente pues el humano es un caminante que suele esperar más de lo que logra, lo que en principio no está nada mal, ya que llegados a esa parte del camino éste se bifurca en dos recorridos muy diferentes:
a) El de la queja.
b) El del deseo.
Es cierto que no se trata de una bifurcación tan tajante ya que el chabón conforma un sujeto más bien dividido, con el agravante de que no se trata de una sola división sino de varias:
* Consciente/inconsciente,
* Impulso/represión,
* Moral/perverso,
* Euforia/tristeza, etcétera.

La psiquiatría nos viene inundando desde hace un tiempo con literatura sobre una patología conocida como trastorno bipolar, es decir individuos cuya psiquis oscila entre dos polos: la alegría y la tristeza, pero en forma extrema, esto es, una euforia desmedida (manía) y una tristeza casi irreparable (melancolía). En rigor la cosa no constituye ninguna novedad, tanto respecto a nuestra condición de trastornados, como a nuestra condición de bipolares.
La idea de trastorno es básicamente la de una perturbación a partir de la inversión del orden y de la regularidad de una cosa. Esta alteración del orden es fundamental con respecto a la relación con el otro ya que a lo largo del camino nos cruzamos con mucha gente que son "ni fu ni fa" y otros que, en cambio, son perturbadores, ya sean tanto masculinos, como femeninos, algunos para el cuerpo, otros para el alma. En algunos casos y en el colmo del climax se conmueven los dos. Ole.
Es decir que la naturaleza humana, es a todas luces y a todas sombras, una naturaleza "bi", a lo que habría que agregar las distintas caras o facetas que tiene cualquier hijo de vecino. Hasta hay algunos ejemplares que son bisexuales, lo que no deja de aumentar las complicaciones, pues sin con sexo a veces nos complicamos, con dos...
Tres cuartos de lo mismo le suele pasar a quien tiene un amante: doble cena, doble vacación, doble regalo. Resultado, un estrés de aquellos. Que es precisamente de lo que uno se quiere curar o recuperar en las vacaciones, pero a condición de que pueda ser un plan para todo el año para no caer en la trampa de: o relajados o estresados.
Como se ha dicho, mejor entusiasmados, en lo posible en todo tiempo y lugar, pues muchas veces el alma necesita un alma, otras el cuerpo necesita un cuerpo, y hay otras en que el cuerpo necesita un alma, y también hay otras en que el alma necesita un cuerpo (como lo canta Sabina).


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