Año CXXXV
 Nº 49.328
Rosario,
miércoles  12 de
diciembre de 2001
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El jugador ganó todo con Independiente y fue campeón mundial en México 86
Néstor Clausen repasa su carrera deportiva
El Negro está haciendo sus primeras armas como director técnico, junto con Bochini, en el club de Avellaneda

Norberto Puntonet

Transcurría la década del 70 y desde un pequeño pueblo del sur santafesino partía un muchacho de 16 años, junto a su padre, sus impecables botines de cuero y su bolsito lleno de ilusiones a probar suerte a Buenos Aires. Quería jugar en uno de los grandes del fútbol y consagrarse en primera, por eso eligió a Independiente de Avellaneda, el Rey de Copas. Néstor Rolando Clausen, aquel muchacho del interior, no sólo logró campeonatos en la Argentina y Europa, sino que además ganó las copas Libertadores de América, la Supercopa y la Intercontinental en Tokio; pero su máximo galardón lo obtuvo en México 86 consagrándose campeón mundial con la selección argentina. Hoy con su amigo y ex compañero Ricardo Bochini están a cargo de la direción técnica del club al que tantos logros le dieron.
"Soy el hijo menor de una familia de un pueblo chico como Villada, por eso somos muy unidos. Mi viejo quería que me quedara a jugar en Rosario para estar más cerca de casa y casi tengo suerte en Central y Ñuls, pero decidí jugármela en Buenos Aires y creo que no me equivoqué", dijo, cigarrillo de por medio, aquel habilidoso delantero de Racing de Villada, en diálogo con Ovacion.
Clausen, que también fue mediocampista hasta que el recordado arquero Miguel Angel Santoro lo probó como marcador de punta derecha, es coordinador de las divisiones inferiores, donde trata de sacar nuevas figuras para devolverle la sonrisa al rojo de Avellaneda, y hace unos pocos días nomás se hizo cargo de la primera junto a Ricardo Bochini.

Los nervios del debut
"Nací el 29 de septiembre de 1962 y debuté en primera el 17 de agosto de 1980 contra Tigre. Aquella tarde tuve más nervios que contactos con la pelota, pero con el correr de los partidos me fui afianzando en el juego", aseguró. Hoy a 21 años de aquel debut conserva aquella cintura con la que solía salir jugando con elegancia desde el fondo, cuando se le pregunta qué piensa sobre el inminente campeonato que está a punto de ganar Racing, teniendo en cuenta que él también vistió los colores de la Academia: "Hoy mi trabajo es buscar jugadores juveniles para Independiente (ver aparte). No me interesa lo que pasa en primera", dice.
Después de nueve años en la primera y de ganar el Metropolitano 1983, la Libertadores de América e Intercontinental 1984, y el campeonato 1988/89, Clausen pasó al Sion de Suiza, donde jugó cinco temporadas y logró otros dos campeonatos a las órdenes de su ex compañero Enzo Trossero.
"Luego de mi experiencia en Europa y camino a la Argentina, pasé por Estados Unidos para ver el Mundial de 1994. Allí me encontré con un dirigente de Independiente, quien me dijo que me fuera tranquilo a Buenos Aires, que cuando volviera me llevaba de nuevo a jugar a Independiente. Todavía lo estoy esperando", recordó con una sonrisa, para agregar que "ya se venía el torneo y el único que se me acercó fue Juan Destéfano, que era presidente de Racing. Tiramos los números en una servilleta y arreglamos el contrato por un año", dijo con naturalidad.

La experiencia en Racing
"Al principio fue difícil porque el hincha de Racing me estudiaba en cada partido. No me alentaba pero tampoco me puteaba. Jugué sólo dos veces contra Independiente. Recuerdo que antes del primer clásico estábamos en el vestuario y luego de la charla técnica vino Destéfano para pedirles a mis compañeros que me apoyaran porque iba a tener un partido muy difícil por los silbidos con los que me recibiría la hinchada de Independiente. No sólo se equivocó sino que le gané un asado porque no fue así: me aplaudieron las dos hinchadas. Ese día no lo olvidaré jamás", sostuvo con la tranquilidad de haber dejado todo en la cancha sin importarle el color de la camiseta que vistiera. "Fui un jugador profesional y entregaba todo en el club que me pagaba el sueldo", sentenció por si quedaban dudas.
Terminada la temporada 95, y al ver que comenzaba otro torneo y no tenía grandes propuestas, estuvo a punto de firmar para San Martín de Tucumán. "Minutos antes de arreglar me llamó el Gringo (Ricardo) Giusti para decirme que no firmara porque ya tenía todo arreglado para que volviera a Independiente. Sin pensarlo dos veces regresé al club que me vio nacer, donde jugué hasta que me retiré, pero antes de colgar los botines ganamos la Supercopa, que era uno de los pocos títulos que me faltaban. Ahora mi presente pasa por viajar y buscar chicos para llevarlos a Independiente para, de alguna manera, devolverle algo a la institución que tanto me dio, mientras trato de aprovechar mi oportunidad de dirigir en primera", dijo levantando la cabeza como para ver a quién ponerle la pelota en los pies, como hizo siempre, como hacen los buenos jugadores, esos que ya no abundan.



El Negro podría dirigir la primera de Independiente.
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