Año CXXXV
 Nº 49.327
Rosario,
martes  11 de
diciembre de 2001
Min 17º
Máx 30º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





cartas
En recuerdo de Favaloro

Quería escribirle esta carta desde que usted murió. No sé si podrá leerla pero me conformaré con escribirla. Yo no lo conocí personalmente aunque igual tengo la certeza de saber por qué se suicidó. Nunca una muerte puede ser digna pero la suya creo que sí. Porque usted doctor, no se mató por cobarde sino por honesto y solidario. Tampoco, usted, se suicidó por pesimista sino porque lo defraudaron ¿y si lo defraudaron a un tipo como usted qué nos queda a nosotros? Pero, pese a la carta que le estoy escribiendo, hay una dura realidad que no ignoro, usted está muerto. Usted es un muerto ilustre, un muerto querido, un muerto inmortal pero un muerto al fin y eso es lo malo, que ya no esté entre nosotros. Lo imagino, en estos momentos con su amada esposa en algún lugar del paraíso. Allí también debe sostener largas conversaciones con Leandro Alem, Lisandro de la Torre y Juan Larrea. Ellos, sin lugar a dudas, lo estarán entendiendo y escuchando, sobre todo escuchando. Ellos, como usted, también conocieron la indiferencia y la incomprensión. Ellos tampoco están entre nosotros pero nos dejaron una gran enseñanza, la misma que nos deja usted. Ahora, doctor, forma parte de los suicidados, es decir, es un flamante suicidado por los mismos factores, si ya todos los conocen. Existieron, existen y existirán más allá del año 3213. Doctor: nosotros y muchos argentinos pensamos lo mismo: la Argentina es un país que tiende a desaparecer. Y desaparecer es vivir subdesarrollados a perpetuidad. Hasta siempre doctor, un abrazo.
Daniel Marocco


Diario La Capital todos los derechos reservados