Año CXXXV
 Nº 49.321
Rosario,
miércoles  05 de
diciembre de 2001
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El joven se recupera de la agresión de un rugbier neocelandés
Gabriel Capotosti: "No entiendo por qué me golpeó"
A una semana del ataque, dijo no sentir rencor por su agresor. Su familia demandará al deportista

Eduardo Caniglia

El muchacho habla con fluidez y parece haber superado el doloroso momento que vivió hace una semana, aunque su nariz vendada refleja las secuelas de la tremenda lesión que sufrió. Ahora sólo desea abandonar su cama del Hospital Italiano y continuar con sus estudios de computación en la Facultad de Ingeniería y de inglés en la Cultural Inglesa. Se trata de Gabriel Capotosti, el joven que todavía sigue preguntándose por qué el rugbier neocelandés Riki Flutey le asestó un certero puñetazo en la cara cuando jugaba al metegol con unos amigos en un minimarket de Alvear y Salta, la madrugada del jueves pasado.
El hecho, que recorrió el mundo a través de las redacciones de las agencias internacionales de noticias, estremeció a la ciudad porque el agresor integraba la delegación de la Wellington Rugby Academy, un equipo neocelandés que llegó a la Argentina para realizar una gira deportiva que incluyó un encuentro con Gimnasia y Esgrima de Rosario.
Ayer a la tarde, en la cama del hospital, Gabriel estaba rodeado por varios de sus amigos. Allí recibió a La Capital e intentó reconstruir la violenta e incomprensible agresión que lo tuvo como protagonista involuntario.
Cerca de las 3 y media de la mañana del jueves 29 de noviembre, Gabriel observaba cómo unos amigos jugaban al metegol cuando se acercaron seis rugbiers neocelandeses con la intención de sumarse al juego. Los deportistas habían salido del boliche Soho, ubicado frente al minimarket, y parecían exaltados. Los visitantes jugaron un rato y todo parecía que transcurría con normalidad.
Entonces Gabriel, que habla fluidamente inglés, intentó dialogar con uno de ellos, aunque su interlocutor no le respondió como sí pudo hacerlo otro de los deportistas. "Les pregunté de dónde eran y qué estaban haciendo acá. Lo hice para practicar el idioma porque debía rendir el examen final en la Cultural Inglesa, pero en ningún momento lo molesté", explicó el joven agredido.
El muchacho nunca imaginó lo que ocurriría pocos segundos después. Gabriel volvió su mirada sobre el metegol y apenas pudo mirar a un "chico que estaba a la izquierda". Un tremendo puñetazo le fracturó el hueso frontal, le quebró el tabique nasal y lo desplomó al suelo. Quien le había pegado era el visitante que no había respondido sus preguntas.
Gabriel primero fue internado con conmoción cerebral en el Hospital de Emergencias y después fue derivado al Hospital Italiano. En ese centro asistencial permaneció varios días en terapia intensiva, aunque ayer ya estaba en una sala común después de que le realizaron una cirugía reparadora en la nariz "porque el golpe me la corrió hacia la izquierda".

"Podría haber sido peor"
Pero a partir de este momento, el relato del chico se detiene y sólo aparecen fogonazos que dan cuenta de las imágenes de Flutey corriendo a un amigo por la vereda. El muchacho dice que "no guarda rencor" hacia el agresor, aunque admite que "sintió impotencia e indignación" por lo que le tocó vivir. Más allá de eso, Gabriel afirma: "No puedo entender por qué me golpeó".
-¿Qué le dirías si lo tuvieras enfrente? \-Sólo le preguntaría por qué me pegó.
Gabriel profesa su fe en la Iglesia Adventista y está convencido de que sus convicciones religiosas lo ayudaron a superar el mal trance. "Dios me enseñó a perdonar y me ayudó un montón, porque podría haber sido peor si hubiera caído sobre una vidriera que estaba detrás de mí".
El muchacho recién ahora parece haberse percatado de la trascendencia que adquirió el suceso mientras reconoce que "nunca hubiera reaccionado de esa manera frente a una situación semejante".
También se quejó de las condiciones de detención de Flutey. "Está en una oficina con colchón mientras los demás presos no tienen donde dormir". Y enseguida aclaró que "no le interesa el rugby" y confiesa sus simpatías futboleras por River Plate.
A Gabriel el violento golpe no le dejó secuelas neurológicas, aunque los padres del muchacho planean demandar judicialmente al rugbier por lesiones graves. Ayer a la tarde, parecía que la pesadilla había terminado para el muchacho. Ahora Gabriel sólo desea regresar "cuanto antes" a su casa de Buenos Aires al 3200 y reiniciar sus estudios.



Gabriel debió ser sometido a una cirugía reparadora.
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