Año CXXXV
 Nº 49.321
Rosario,
miércoles  05 de
diciembre de 2001
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Otra vez sopa
Central Córdoba hizo todo pero el juez no lo dejó festejar
El equipo rosarino cayó ante Huracán por la diferencia mínima

Gustavo Conti

No pocos creen que Ricardo Palma exagera al culpar a los árbitros. Algunas veces, la TV lo refuta. En otras, le da la razón. Pero anoche en Tres Arroyos ese sustento técnico con el que nadie cuenta a la hora de producirse la polémica no incidirá demasiado en la sensación final de que Miguel Jiménez influyó decisivamente para que Central Córdoba cayera ante Huracán y confirme que la cuesta hacia el descenso es casi irremontable.
Córdoba hizo casi todo bien y cuando a los 58' llegó a gritar gol por unos segundos era como consecuencia directa del inteligente planteo táctico que empezaba a rendirle frutos. Pero claro, Jiménez intercedió en el festejo, llenó de bronca a los jugadores charrúas y en la segunda llegada que tuvo Huracán en el complemento, cuando sólo faltaban 5', no dudó en indicar con su índice derecho el centro de la cancha ante el cabezazo goleador de Guevara, que en el salto pareció apoyarse en Cárdenas.
Pero si en esa acción decisiva dejó sospechas, en la del gol anulado a Raymonda pareció dejar todo demasiado claro. Medina entró por la izquierda y con ángulo cerrado remató al arco, pero con tan mala dirección que la pelota siguió de largo hacia la derecha. Valiente la corrió, enganchó ante Squadrone y remató de zurda, Rómoli dio rebote y Raymonda corrió para empujarla al fondo. En ese instante, el volante miró hacia atrás y cuando observó al asistente Ricardo Ziqueti, que corría hacia el medio convalidando, inició el festejo seguido por otros. También Jiménez pareció seguir al juez de línea pero de repente, después de unos segundos eternos, dio marcha atrás y anuló, cuando encima no estaba bien ubicado para ver si era o no offside (se encontraba fuera del área, de frente al arco). Ni los jugadores de Huracán ni los hinchas locales entendían nada pero celebraron. Los de Córdoba se volvieron locos. Y Palma, que miró el partido detrás del alambrado (por ser suspendido 5 fechas, tras ser informado por el propio Jiménez ante El Porvenir, en aquel partido en que insólitamente cobró indirecto a favor charrúa por una infracción a Raymonda dentro del área), ni hablar.
El enojo charrúa se potenció porque fue sin dudas el mejor de los dos. Santos y Aira anularon por completo a Izquierdo; Aranzadi y Gerlo hicieron los propio con Abad y Claudio García, y sólo las trepadas de Squadrone y la búsqueda aérea de Sánchez lo complicaron.
Huracán recurrió a los centros y Gallego tapó tres claras a Sánchez y García (en otras el arquero dudó al salir), pero el hecho de que el local haya recurrido a esa vía hablaba de su impotencia. A su vez, con la velocidad de Raymonda y los anticipos de Medina, Córdoba llegó con peligro, y si no fuera por la imprecisión de Iuvalé o del propio Tele seguramente hubiera festejado.
No fue. Jiménez no quiso. Y este noble Córdoba, de mucho sudor y mucho apego a lo que le dice su DT, tampoco esta vez pudo. Impotencia, amargura, mucha rabia. Todo eso se llevó de Tres Arroyos en un final que no debió ser.



El árbitro no convalidó un gol legítimo de los charúas.
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