Para el maestro Joaquín Rodrigo, el ser ciego, más que una discapacidad, fue siempre una fuente de inspiración. "La ceguera bien asumida puede ayudar a formar un mundo interior muy rico, y esto es fundamental para la música", decía este polifacético compositor y pianista español, de cuyo nacimiento se cumplen hoy 100 años.
De esa inspiración nació el "Concierto de Aranjuez", el concierto para guitarra y orquesta más popular de todos los tiempos. En su segunda parte la magistral obra incluye una melodía que ha sido considerada una de las más emblemáticas del mundo. Es además la obra española más escuchada y vendida del siglo XX.
El centenario fue una buena excusa para recordar a lo largo de todo este año la figura del maestro, fallecido en Madrid a los 97 años el 6 de julio de 1999. Con más de cien actos, entre ellos 80 conciertos y recitales, así como publicaciones, concursos y exposiciones, instituciones públicas y privadas conmemoraron desde enero la efemérides.
Nacido el 22 de noviembre de 1901 en la localidad valenciana de Sagunto en el seno de una familia acomodada, Rodrigo quedó ciego a los tres años a raíz de una epidemia de difteria. Su educación primaria la recibió de un secretario privado. A los ocho años y mediante el método de Braille, tomó sus primeras clases de solfeo, violín y piano. A la edad de 16, le siguieron cursos de armonía y composición en el Conservatorio de Valencia.
Joaquín Rodrigo apenas tenía 23 años cuando estrenó con la Orquesta Sinfónica de Valencia su primera composición, "Juglares", que tuvo una exitosa acogida por parte del público y la crítica. En 1927 siguió los pasos de otros muchos músicos como Manuel de Falla y se trasladó a París. "Llegué cargado de ilusiones y me encontré con que había rebasado la edad para ingresar en el Conservatorio, pero pude hacerlo en la Escuela Normal de Música".
Sin embargo, sus comienzos fueron poco alentadores. "Bagatela", la pieza que presentó al entrar en la escuela, no convenció precisamente al compositor Paul Dukas, quien después se convertiría en su maestro de muchos años. "Es malísima, qué lástima de horas perdidas", fue el comentario Dukas de aquel entonces.
"Recibí de él enseñanzas que me ayudaron extraordinariamente en mi formación", contaba el compositor español, que tras la muerte de Dukas escribió en memoria de éste la "Sonata de adiós".
En Francia Rodrigo hizo amistad con otros grandes compositores como Arthur Honegger, Darius Milhaud, Maurice Ravel y el propio Falla. Con la ayuda de este último obtuvo una beca para cursar estudios en la Universidad de la Sorbona. Fue también en París donde Rodrigo conoció a la pianista turca Victoria Kamhi, con la que se casó en 1933. De la unión nació Cecilia, su única hija. "Mi esposa me abrió los ojos", decía el maestro cuando se le preguntaba acera de la influencia que su mujer había tenido en su música. Victoria Kamhi falleció el 21 de juio de 1997 a los 92 años.
Al estallar en 1936 la Guerra Civil en España, Rodrigo perdió su beca. En esa época pasó algún tiempo con Victoria en Alemania. En 1939, después de la guerra civil, Rodrigo y su esposa regresaron a España y se instalaron en Madrid. La partitura del "Concierto de Aranjuez" estaba ya entre el equipaje que traía de París. La obra, en la que también trabajó el célebre guitarrista Narciso Yepes, fallecido en 1997, se estrenó una año después. La reacción del público y la crítica fue sobrecogedora. En 1944 Rodrigo recibió el Premio Nacional de la Música.
La vasta obra de Rodrigo incluye más de 300 piezas, entre ellas composiciones para guitarra, piano, arpa, orquesta, ballet, corales y vocales, además de zarzuelas y bandas sonoras. Uno de sus sueños se cumplió en 1990, cuando compuso "Líricas castellanas" para la reina Sofía. Rodrigo dictó durante años cátedra en la Universidad Complutense de Madrid y en 1996 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Bellas Artes.
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