Año CXXXV
 Nº 49.306
Rosario,
martes  20 de
noviembre de 2001
Min 18º
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Sólo le faltó el gol
Central Córdoba hizo el gasto pero se quedó sin nada

Gustavo Yarroch

Si la Selección, como bien supo definir Juan Pablo Sorín, es un equipo insoportable para sus rivales, El Porvenir es poco menos que el antifútbol. ¿Que va primero e invicto? Es tan cierto como difícil de creer. Habría que preguntarle a sus hinchas si realmente confían en que, jugando como lo hicieron anoche ante Central Córdoba, finalmente conseguirán el ascenso directo a primera división. El Porve es un equipo oscuro y especulador que aprovecha al máximo las chances ofensivas que se le presentan y tiene a la fortuna de fiel aliada. Como muchos otros, a lo largo de las fechas anteriores, los charrúas padecieron esa fórmula tan amarrete.
El partido podría resumirse más o menos así: Córdoba hizo el gasto, intentó siempre y jugó casi el ochenta por ciento del desarrollo en campo rival, pero los tres puntos se quedaron en Gerli. ¿Que fue una injusticia? (hasta Caruso Lombardi reconoció que Córdoba debió empatar) Sí, tan grande como las cuatro torres de iluminación que estrenó El Porvenir, a un costo total de 140.000 pesos.

Jiménez miró para otro lado
La noche comenzó mal de entrada para los charrúas. A los 6 minutos, Delfino le hizo una clara falta a Raymonda y el árbitro Miguel Giménez, en lugar de sancionar el penal correspondiente, cobró tiro indirecto dentro del área. Sólo él lo entendió. Después, El Porvenir consiguió la diferencia en la primera de sus únicas dos llegadas en todo el encuentro. Sobre los 19 minutos, Campodónico mandó un tiro libre envenenado, Gallego salió mal y Fernando Rodríguez la tocó al gol luego de anticiparse a Celebroni.
De allí hasta el final, fue todo más de lo mismo. El Porve refugiado en su campo, aguantando, tirándola para arriba, resignando cualquier chance de aumentar a través del contragolpe, en especial después de la expulsión de Delfino, a los 16 de la etapa final, tras insultar a uno de los árbitros asistentes. Un atentado al sentido lúdico del fútbol. Y Córdoba, limitado pero valiente, yendo y yendo, aunque sin encontrar jamás la profundidad necesaria para lastimar de verdad. El equipo dirigido por Ricardo Palma (desde la platea por estar suspendido) estuvo cerca con un cabezazo de Medina, salvado en la línea por Alsina, con una entrada de Iuvalé, que un defensor llegó a tapar con lo justo y con un disparo cruzado de Cárdenas que se fue cerquita.
Al cabo, Central Córdoba se diluyó en amagues e insinuaciones. Se quedó sin nada y el descenso lo sigue acechando cada vez con más fuerza, pero con un mensaje reivindicatorio: no siempre se pierde con tanta dignidad.


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