Año CXXXV
 Nº 49.305
Rosario,
lunes  19 de
noviembre de 2001
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Editorial
La gran empresa nacional

En momentos de grave dificultad económica como los presentes, más allá de la valoración de las medidas coyunturales que diseña el gobierno, no parece desacertada la discusión sobre el papel del empresariado nacional que la Unión Industrial Argentina propuso a sindicalistas, empresarios, banqueros y políticos.
Ese rol debe ser motivo de debate sin atisbo alguno de xenofobia, porque el capital extranjero en los países con rumbos estratégicos definidos se mueve dentro de un proyecto en el cual el capital nacional tiene otro que lo enmarca, algo que hasta ahora no se aprecia en la Argentina. Este debate, además, no es independiente del reclamo de nuevas reglas del juego para los beneficiados de los últimos diez años.
En la UIA aseguran que la foto que hoy vale en el mundo es la de Escasany y Moyano juntos en la misma mesa. Uno porque es el presidente del principal banco argentino, el otro por obvias razones de preponderancia sindical. La frase es simbólica, pero expresa una línea de pensamiento que no encuentra coincidencia con el influyente Consejo Empresario Argentino (CEA), principal impulsor de un documento difundido ayer en el que la Asociación de Bancos, la Bolsa de Comercio, la Sociedad Rural, el Instituto para el Desarrollo de Ejecutivos de la Argentina y las cámaras de Comercio, de Supermercados y de Shoppings convocaron a un acuerdo político en defensa del déficit cero, la convertibilidad, la disminución del gasto público y el combate a la evasión. El gran ausente en ese documento fue precisamente la Unión Industrial, que se negó a rubricarlo pese a haber sido invitada.
En cualquier mesa que intente el consenso para un proyecto productivo nacional naturalmente tienen que ser invitados los partidos políticos. No vendrá mal recordar el ejemplo de la experiencia italiana en la reconstrucción de la posguerra, que se fundamentó en acuerdos políticos previos que requirieron de consensos que iban desde el Partido Comunista hasta los liberales, pasando por la Democracia Cristiana. En la Argentina un pacto así no debería resultar difícil, ya que entre los partidos mayoritarios no existe la necesidad de salvar tan grandes diferencias ideológicas.
El debate es oportuno, además, por la gran expectativa que ha generado entre los empresarios lo que consideran un giro muy importante en el discurso económico del ministro de Economía, Domingo Cavallo, y en la aparición de un nuevo consenso de Washington, liderado por el secretario del Tesoro estadounidense, Paul O'Neill, a quien los industriales reconocen su pasado productivo y su enfrentamiento con Wall Street.


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