Año CXXXV
 Nº 49.303
Rosario,
sábado  17 de
noviembre de 2001
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Panorama
Cumbre de comercio, con los resultados de siempre
La reunión de la OMC puso en la agenda el tema agrícola pero la reducción de subsidios está lejos

Susana Merlo

Después de dos años del último fracaso de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en Seattle a fines de noviembre de 1999, el nuevo intento por liberalizar las condiciones que rigen el comercio del mundo, volvieron a dar un resultado más que magro, aunque previsible.
Suponer que en condiciones de recesión mundial como las actuales, cuando el terrorismo internacional tiene jaqueados a buena parte de los países económicamente más importantes del globo y cuando, como si fuera poco, se percibe una reactivación del sentido proteccionista, al menos, de parte de los países y regiones que más le pueden interesar a la Argentina, sería casi infantil.
De todos modos, es sabido que se debe estar presente en estas rondas. No se pueden dejar espacios vacíos en estas deliberaciones, por más inconducentes que puedan parecer. Y, por eso mismo, llama la atención el nivel de la delegación argentina, con sólo un funcionario de rango ministerial, el encargado de negocios, Horacio Chiguizola, que no se caracteriza por ser el más idóneo en el tema central de la Argentina en este caso: los productos agroindustriales, ni por su relación con los representantes empresarios de este sector. Brasil concurrió con 4 ministros.
Pero también causó alguna sorpresa que, de la comparativamente voluminosa delegación local, participaran asesores (algunos todavía en etapa de "estudio" universitario de esta materia), y funcionarios de bajo rango, concurrentes como "soporte", justo en un momento que, justamente, la disponibilidad de recursos públicos no pasan por su mejor etapa.
De haber habido un fuerte avance, el asunto se hubiera disimulado más, pero esa posibilidad era utópica, aún antes de partir hacia Qatar, en la desértica Arabia.
El caso es que, como habitualmente, las diferencias se centraron en la histórica disputa entre los estados Unidos y la Unión Europea y, aunque también como siempre, fue esta última la que apareció como la "intransigente" (y de hecho, volvió a apelar a su eterno recitado: el bienestar animal, la multifuncionalidad, la protección del ambiente, etc.), los hermanos norteamericanos no hicieron mucho y sólo dejaron actuar a los europeos pues, mientras esto ocurría en Medio Oriente, en Washington se seguía avanzando en la propuesta de incremento de los subsidios, justamente a la agricultura.
Entonces, mal pueden erigirse en los paladines del libre comercio cuando no sólo tienen cantidad de restricciones de acceso a su mercado (cuotas, cupos y hasta prohibiciones lisas y llanas), sino que siguen intensificando las mismas herramientas que dicen combatir (todo, por supuesto, en aras de que los europeos depongan su actitud, igual argumento es utilizado por la otra parte).

El mismo juego
Este juego prácticamente es el mismo desde hace más de dos décadas y, si bien en medio surgió la Ronda Uruguay, que tardó 8 años en ser finalizada, aunque tuvo la virtud de incorporar por primera vez a la agricultura a las negociaciones, en términos reales no registró tantos avances pues los subsidios agrícolas totales, lejos de disminuir, se incrementaron desde el 94, llegando actualmente a más de U$S 360.000 millones anuales, lo que implica que los principales países desarrollados gastan diariamente, en este tipo de protección, cerca de U$S 1.000 millones diarios.
Y como es poco factible que tal "ayuda" a los productores del primer mundo, pueda ser desmantelada fácilmente, entre otras cosas, porque la decisión sería fuertemente impopular y es muy difícil que un político quiera correr el costo de adoptarla, entonces, Argentina deberá seguir peleando para cambiar esta situación, pero sin especular con la posibilidad de algún cambio para recuperar sus posibilidades internacionales.
Dicho de otra forma, en el corto y mediano plazo las únicas chances reales del país para mejorar su inserción internacional y aumentar la colocación de sus productos en el exterior va a depender de las propias correcciones internas que pueda hacer y que, hasta el momento, no parecen ser demasiadas.


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