Año CXXXIV
 Nº 49.293
Rosario,
miércoles  14 de
noviembre de 2001
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Factores del medio familiar y social pueden desencadenar la tartamudez
Estudios recientes resaltan la influencia de circunstancias del entorno

La tartamudez o disfluencia es un trastorno de la fluidez al hablar, causado por una alteración en el sistema motor del habla. Un 2% de la población mundial la padece en alguno de sus estadios. Según estudios recientes se da en personas con una predisposición genética, que junto a la influencia de factores del medio familiar y social la desencadenan. Es involuntaria y cíclica, esto quiere decir que puede aparecer por momentos y desaparecer por otros. Afecta más a los varones que a las mujeres, en una proporción de cuatro por uno.
Todos somos al hablar, normalmente no fluidos. A veces nos tropezamos buscando la palabra adecuada, o utilizamos alguna equivocada. También en ocasiones usamos muletillas como: "eh-estee" o repetimos palabras o frases. Generalmente los niños pequeños son menos fluidos que los adultos debido a que están aprendiendo a hablar, por lo tanto es posible que a un chico se lo identifique erróneamente como tartamudo.
Las disfluencias, en el 80% de los casos, con una intervención adecuada durante la infancia se pueden curar debido a que hasta los cinco años el lenguaje fluido es una función que está en desarrollo y organización. En niños mayores y en adolescentes en los casos en donde la tartamudez ya está instalada, el tratamiento fonoaudiológico permite compensarla, de modo que puedan hablar de una manera más cómoda, más relajada y comunicarse mejor.
El terapeuta siempre debe contemplar el aspecto cognitivo de la persona. Este se manifiesta a través de actitudes respecto del habla, como por ejemplo, miedo a trabarse o conductas de evasión, eludiendo determinados sonidos o palabras que ocasionan dificultad.
La tartamudez suele provocar burlas, risas o bromas. Hay personas adultas que tartamudean y sienten que tienen un defecto que les arruinó la vida. La terapia fonoaudiológica puede en estos casos, ayudar a compensar y a aprender a controlar el problema, logrando reducir la tensión al hablar, permitiendo más comodidad, mejorando la comunicación y en consecuencia la calidad de vida.

Enfoque terapéutico
Hasta hace no mucho tiempo, la poca información que había sobre la tartamudez hacía que las fonoaudiólogas la trataran solamente con ejercicios de respiración, relajación y articulación, con lo cual no se conseguían buenos resultados. Actualmente se la trata de una manera integral, teniendo en cuenta el compromiso lingüístico, cognitivo y motor.
Como no hay una única causa que la origine es importante describir cuáles son las características del lenguaje, las variables medioambientales, y con estas observaciones armar el plan terapéutico orientado a eliminar las influencias que conducen a vacilar al hablar. Se instituye además un modelo de lenguaje que controle la tartamudez, disminuyendo los bloqueos, haciendo que el habla sea más fácil.
Cada persona que la vive la disfluencia de un modo diferente, tiene sus propios sentimientos, conductas y pensamientos con respecto al problema. Algunas pueden trabarse de manera moderada y relacionarse con los demás sin inconvenientes.
En cambio otras con el mismo grado de tartamudez sienten un obstáculo que les impide comunicarse, debido a actitudes mentales desvalorizantes o negativas. Muchas veces en el momento de hablar no tienen el pensamiento exclusivamente al servicio de lo que quieren decir, sino ocupado en realizar maniobras en el lenguaje para esquivar determinados sonidos o palabras y así evitar la tensión.
Hablar por teléfono, decir el nombre propio o nombrar el domicilio particular, preguntarle algo a un desconocido, hablar con amigos, recitar frente a un grupo de personas, presentar una persona a otra, decir una lección o contestar una pregunta, hablar en público, hacer un reclamo, pedir un turno... aumentan la dificultad.

Control sobre el habla
A continuación se expone una lista de procedimientos que permiten manejar el control sobre el habla. Estos deben ser trabajados de a uno por vez, sin pasar al siguiente hasta que no se domine el anterior:
* Práctica negativa: consiste en trabarse libremente y tartamudear algunas veces a propósito. Hacer voluntariamente lo que la persona disfluente teme le ayuda a vencer el miedo y la tensión.
* Fonación continuada: decir las palabras a una velocidad lenta, pareja, prolongando las vocales y consonantes. Deslizándose lentamente y sin esfuerzo de un sonido a otro. Esta forma de emisión permite continuidad en el flujo de aire sin interrupciones ni repeticiones. Si bien las consonantes (b, p, t) son difíciles de alargar, deben ser producidas lentamente con contactos relajados entre los órganos de la articulación.
* Comienzo suave: empezar las frases pronunciando el primer sonido con una aproximación relajada y suave de los órganos articulatorios, ayuda a controlar los bloqueos.
* Comienzo suave seguido de fonación continuada: como su nombre lo indica es la conjunción de los dos procedimientos anteriores.
* Respuesta diferida: esperar tres segundos antes de comenzar a hablar, o hacer una pausa momentánea entre frases, para evitar bloquearse. Ayuda a reducir la presión del tiempo.
* Prosodia: ir a partir de un patrón de habla lento trabajando cambios en los tonos de voz, de volumen, de velocidad y de ritmo.

Consejos para comunicarse
* No corregir el tartamudeo del niño, asegurarse de que nadie lo haga.
* Evitar muestras de desaprobación a través del lenguaje corporal.
* Prestar atención a las cosas que hacen que las disfluencias aumenten o disminuyan.
* Recordar que se puede ayudar al pequeño hablándole suave y lentamente.
* Reforzar el habla adecuada varias veces al día: ¡Qué bien hablás despacio!...
* No completarle las oraciones.
* Darle tiempo para que termine las frases.
* No retarlo si se traba.
(Fuente: revista El Cisne)
María Verónica Iadarola
Fonoaudióloga de la UBA



El 80% de los casos se cura durante la infancia.
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