Año CXXXIV
 Nº 49.296
Rosario,
sábado  10 de
noviembre de 2001
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Alemania recordó ayer una fecha de terror y de esperanza
El holocausto y la demolición del Muro de Berlín, íconos indelebles del pasado reciente germano

Dictys Jiménez Krause

Con la inauguración de la nueva sinagoga de Dresden, Alemania conmemoró ayer la fecha más simbólica de su historia que recoge en un día tanto la tragedia como el humanismo de este país centroeuropeo marcado por dos guerras mundiales.
En la historia de Alemania no existe otro día como el 9 de noviembre donde terror y entusiasmo marchen tan juntos y que refleje los acontecimientos más relevantes que influenciaron profundamente el acontecer nacional: el inicio del holocausto y la caída del Muro de Berlín que aceleró el fin del régimen comunista de Alemania del Este.
Más de sesenta años después y sobre los escombros de la antigua sinagoga, totalmente destruida por un incendio intencionado, abrió sus puertas ayer en Dresde la casa que acogerá a la actual comunidad judía de esta ciudad sajona, compuesta por la nueva generación sobreviviente del Holocausto y por judíos inmigrantes provenientes sobre todo de Europa oriental.
La fachada de esta construcción modernista recuerda poco al edificio donde antes estaba la sinagoga de Dresde, ciudad donde vivían más de 5.000 mil judíos cuando los nazis comenzaron a aniquilar cualquier rasgo de la cultura y la base económica de esta parte de la población en un proceso que comenzó con la quema de libros en una plaza berlinesa en 1939 y que culminó con la muerte en los campos de concentración de millones de judíos de toda Europa.

La única reliquia
En el interior las altas paredes pintadas de blanco cobijan hoy la única reliquia del templo judío, la estrella de David rescatada por un bombero que la había escondido para entregársela a la comunidad de judíos de Dresde si sobrevivía a la guerra.
La apertura de la nueva sinagoga forma parte de las actividades organizadas en Dresden para conmemorar este capítulo negro de la historia alemana, mientras políticos y personalidades de la cultura recordarán en diversos actos y pronunciamientos oficiales la caída del Muro de Berlín que dividió durante 38 años a un mismo pueblo.
La revolución pacífica de Alemania Oriental, marcada por el derrumbe de este símbolo de la Guerra Fría, puso en marcha una avalancha que no paró hasta que se desmoronó el gobierno comunista de Erich Honecker y las dos Alemanias volvieron a unificarse.
El pueblo recordó la fecha a su manera, sin fiestas y sin carnaval callejero. La gran mayoría pasó la noche sentado frente al televisor. En compañía de amigos o de la familia pasaron revista a las imágenes que conmovieron hace 12 años al mundo entero, cuando cientos de alemanes y cuidadanos de distintas naciones, piqueta en mano se adelantaron a la demolición que concretaron luego las topadoras.
Muchos recordarán con alegría el día en que miles de berlineses orientales se dirigieron a la frontera con Berlín occidental para cruzar la barrera de división con un mundo para ellos hasta entonces desconocido y que llevó a la muerte a cientos de alemanes orientales que habían intentado emigrar de la antigua Alemania Oriental. A otros esa noche les traerá recuerdos de días que consideran como mejores y añorarán la patria socialista perdida.
A pesar de las posiciones críticas y de las controversias internas que generó, la caída del Muro de Berlín es considerada por la mayoría de los alemanes como un acontecimiento que le ofreció a este país la oportunidad de probar un nuevo comienzo.
El 9 de noviembre es una fecha que no deja indiferente a nadie en Alemania. Es aprovechada cada año para recapitular lo acontecido y ofrece la oportunidad de rememorar el derramamiento de sangre judía, la parte más trágica de la historia alemana. (DPA)



La rito de inauguración de una sinagoga reconstruida.
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